Supervillanos de Marvel y demógrafos malvados

Cuando se habla de Malthus, aun hoy en día encuentran opiniones encontradas. Para algunos fue una especie de profeta. Para otros, un pesimista. Para otros, un mentiroso. ¿Pero por qué nadie dice que, en realidad, era una muy mala persona ? Algo así como un supervillano que no tuvo los medios o la suerte de otros genocidas como  Stalin ,  Franco ,  Hitler ,  Pol Pot  o algún otro más cercano en el tiempo. Las motivaciones y los propósitos de Malthus como supervillano podemos encontrarlas en otro gran malo malísimo nacido en los cómics: Thanos. Y mola muchísimo más empezar una entrada de blog con Thanos que con Malthus. Así que empezaremos con Thanos.

El uso del suelo y la caída de las civilizaciones (2)

En la primera parte de este texto  traté de explicar cómo, a lo largo de la historia, los humanos han utilizado el suelo como un recurso "inagotable". Traté de explicar que el suelo es esencial para la supervivencia humana, proporcionando alimentos, fibra, materiales y servicios ecosistémicos.

¿Pero hasta dónde podemos aprovecharnos del suelo?


Léame los labios: los recursos naturales no son ilimitados

Sin embargo, el uso y manejo inadecuados del suelo han llevado a problemas como pérdida de fertilidad, biodiversidad, contaminación y calentamiento global. Por eso, en la actualidad es muy importante (crucial, diría yo) adoptar un enfoque de "uso sostenible" del suelo en lugar de considerarlo como un recurso renovable a corto plazo (nunca lo ha sido a corto plazo, pero hemos aceptado "pulpo" como animal de compañía durante mucho tiempo). En la entrada anterior discutí la idea de Malthus sobre la abundancia infinita de la naturaleza, que ha sido desacreditada por el conocimiento moderno. Hoy sabemos que los recursos naturales no son ilimitados, y es fundamental cuidarlos para garantizar la sostenibilidad a largo plazo. No es necesario incluir aquí citas o datos que lo demuestren, basta con haber ido al colegio.


Vista aérea de un camino inundado que se va perdiendo poco a poco en el agua.
Camino a la nada. Cyril Mayaud/Imaggeo.


El ojo que no quiere ver

Cuando el uso del suelo supera los límites sostenibles, las sociedades enfrentan impactos sociales y económicos significativos. La experiencia biológica global proporcionada por prácticas agrícolas bien diseñadas es fundamental para comprender y preservar la salud del suelo y, por ende, nuestra supervivencia.


Mientras el hambre lo atormentaba más y más, mientras el tren seguía detenido hora tras hora en el desvío entre una cantera escarificada y polvorienta y una fábrica paralizada, tuvo pensamientos sombríos acerca de la realidad del hambre, y de la posible inadecuación de la sociedad para sobrellevar una hambruna sin perder la solidaridad que constituía su fuerza. Era fácil compartir cuando había comida suficiente, o apenas la suficiente, para seguir viviendo. ¿Pero cuando no la había? Entonces entraba en juego la fuerza; la fuerza se convertía en derecho; en poder, y la herramienta del poder era la violencia, y su aliado más devoto, el ojo que no quiere ver.

Ursula K. Le Guin. Los desposeídos (1974).


El mal uso de los recursos naturales, especialmente la degradación del suelo, puede desencadenar conflictos sociales debido a la presión que ejerce sobre las comunidades dependientes de estos recursos para su subsistencia. La sobreexplotación de los acuíferos y el manejo inadecuado de los suelos cultivados pueden conducir a la disminución de la productividad agrícola, lo que provoca escasez de alimentos y pérdida de medios de vida.

En una situación así, aparecen tensiones entre grupos que compiten por recursos como el agua o el suelo fértil, cada vez más limitados. Estas tensiones, a su vez, pueden unirse resentimientos y rivalidades preexistentes de orden social, religioso o político.

La falta de acceso a tierras fértiles puede impulsar la migración forzada, lo que a su vez desestabiliza regiones y contribuye al surgimiento de conflictos armados, ya que las comunidades desplazadas buscan nuevos territorios y medios de sustento. En este contexto, los problemas medioambientales se entrelazan con factores socioeconómicos y políticos, creando un círculo vicioso que perpetúa la violencia y la inestabilidad. La solución puede no ser levantar muros, sino conservar los recursos:


En la década de 1970, la degradación de la tierra en el centro y el norte de Burkina Faso obligó a marcharse a un gran número de personas. En la década de 1980, la introducción de proyectos para la conservación del suelo y el agua la estabilizó en esta región. En la provincia de Bam, en el norte, esto transformó los patrones de migración de la provincia hasta tal punto que había – marginalmente – más personas que venían que las que se marchaban.

Estas tendencias de migración confirman el éxito de las inversiones a largo plazo en la conservación del suelo y el agua, y también reflejan la disminución de las oportunidades en otros lugares.

Elisabeth Ilboudo-Nébié. La relación entre la degradación de la tierra y la migración en el Sahel. El País (2020).


¿De verdad el mal uso de los recursos naturales puede hacer caer la civilización?

La explotación no sostenible del suelo y la pérdida de productividad de los sistemas agrícolas ha causado el colapso de civilizaciones y cambios sociales, económicos y políticos. Algunos de estos sucesos han sido fundamentales para entender desde una perspectiva histórica la necesidad de conservar los recursos no renovables a corto plazo. La degradación del suelo debido a prácticas agrícolas no adecuadas puede reducir el rendimiento de los cultivos por degradación química (como la contaminación, la acidificación o la salinización) o física (como la compactación o la erosión). Pero, incluso haciéndolo bien, no hemos contado con el cambio climático que nosotros mismos hemos provocado:


La investigación agrícola ha fomentado el crecimiento de la productividad, pero no se ha cuantificado la influencia histórica del cambio climático antropogénico en dicho crecimiento. [...] El cambio climático antropogénico ha reducido la productividad total de los factores agrícolas global en aproximadamente un 21% desde 1961, una desaceleración que equivale a perder los últimos 7 años de crecimiento de la productividad. El efecto es sustancialmente más severo (una reducción de aproximadamente 26-34%) en regiones más cálidas como África y América Latina y el Caribe. También encontramos que la agricultura global se ha vuelto más vulnerable al cambio climático continuo.

Ariel Ortiz-Bobea, Toby R. Ault, Carlos M. Carrillo, Robert G. Chambers y David B. Lobell. 2021. Anthropogenic climate change has slowed global agricultural productivity growth. Nature Climate Change, 11, 306:312. DOI: 10.1038/s41558-021-01000-1.


Del mismo modo, el uso del suelo, es decir, aquello a que lo dedicamos, implica transformaciones. La puesta en cultivo y la urbanización de áreas forestales o humedales contribuye a la degradación del suelo y causa impactos como el aumento del riesgo de inundaciones, la colmatación de embalses, la contaminación del agua y, también, contribuye a agravar los efectos del calentamiento global.


Invernadero para el cultivo intensivo de fresas en entorno el Parque Nacional de Doñana.

Cultivo de fresa en el entorno del Parque Nacional de Doñana. Antonio Jordán/Imaggeo.


A estos impactos, sin duda se pueden añadir otros, como la pérdida de biodiversidad. Pero aquí a nadie le importan los bichos. Desecar un humedal para evitar la proliferación de mosquitos puede parecerle una buenísima idea a cualquiera que no sabe qué carajo hacen los mosquitos aparte de picar, ni para qué sirven ni (spoiler zone!) por qué a los mosquitos les gustan las flores tanto como a las abejas, entre otras cosas. Así que, como hablando de mosquitos no vamos a asustar a nadie (quizá en otro momento), pasemos a hablar un poco de sociedades que han sido arrasadas a lo largo de la historia, que parece algo más serio.

Acuérdese usted de estas cosas la próxima vez que oiga a Juan Manuel Moreno Bonilla decir que va a salvar Doñana y la economía del sur de Huelva.


Fotografía de Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, durante la presentación de medidas para la gestión del Parque Nacional de Doñana.
Juan Manuel Moreno Bonilla salvando Doñana con su manita mágica. José Manuel Vidal/EFE-El País.


Sí, claro. ¿Pero puede caer la civilización por un mal uso de los recursos?

La respuesta corta es "sí". Lo sabemos porque ya ha pasado muchas veces.

La respuesta larga es... En las siguientes entradas de esta serie hablaremos de la caída de imperios como el Imperio Romano, el Imperio Jemer o el Imperio Maya, entre otras civilizaciones y culturas. Y, entre las cosas más cercanas en el tiempo, de las causas de la hambruna en Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX.

La historia nos persigue, pero la estupidez  es más rápida:


Hemos sido unos locos por no habernos ido cuando esto empezaba. Habríamos podido irnos a cualquier parte, no importa a dónde. Ahora ya no hay en qué viajar. Moriremos de hambre si se nos ocurre abandonar la ciudad. Ni aun contra dinero se nos dará de comer, y no podremos entrar en ninguna otra ciudad, mucho menos en las casas.

Daniel Defoe. Diario del año de la peste (1722).


Fotograma del documental "El precio de la equidad" en que aparece hablando Steve Lewis, un activista social.
Steve Lewis en "El precio de la equidad" (Alex Gabbay, 2017).


Al final, en el siglo XXI, puede que todo sea un problema de moralidad frente a liberalismo económico.


Steve Lewis: Esta es mi casa. He visitado lugares del mundo donde lo único que te ata a lo que haces son tus creencias. Todo lo demás desaparece, literalmente. Te enfrentas a los extremos radicales de vida y muerte. Lo único que no te hace perder la sensatez es ese sentido de lo que llamo brújula moral. Creo firmemente que empresas como Facebook y Google, los ejecutivos que dirigen las organizaciones, han perdido su brújula moral. [...] Temo por la próxima generación porque parece que han perdido la credibilidad. ¿Qué crees que hará que funcione?

Rihanna Lewis: Necesitas que todos te apoyen, que te respalden.

Steve Lewis: Hay que estar listo para arriesgar algo, para conseguir un cambio real. ¿Dejarías de usar Facebook?

Rihanna Lewis: Mmm... No.

Steve Lewis: Si no conseguimos que las jóvenes generaciones digan "no, no voy a usar Google" o "no voy a usar Amazon", si no están preparados para hacerlo, recibirán lo que se merecen. [...] Me preocupa la apatía, pero creo que es falta de comprensión de lo que está pasando. Es ignorancia más que apatía.

Steve Lewis y su hija, Rihanna Lewis, en "El precio de la equidad" (Alex Gabbay, 2017).

Comentarios