Ingeniería vegetal: cómo las plantas captan agua en zonas áridas

En ambientes áridos, las plantas utilizan diversas estrategias para captar y retener agua, vital para su supervivencia. Estas adaptaciones incluyen raíces profundas, almacenamiento de agua en sus tejidos, fotosíntesis CAM, cutículas gruesas y hojas modificadas. Además, algunas plantas aprovechan la condensación de humedad del aire, convirtiendo cada gota en un recurso valioso. En zonas con escasez de agua, estas estrategias son esenciales para sobrevivir en condiciones adversas.

¿Quién quema el bosque?

El régimen de incendios forestales en España ha cambiado en las últimas décadas debido a factores como el cambio climático, la despoblación rural y la gestión forestal inadecuada. El calentamiento global ha intensificado los incendios al aumentar las temperaturas y la sequedad de la vegetación. La migración hacia zonas urbanas ha reducido la gestión tradicional del territorio, aumentando la acumulación de biomasa inflamable. Políticas forestales pasadas, como la reforestación con especies inflamables, también han contribuido. Aunque los incendios intencionados son comunes, la mayoría está relacionada con prácticas agrícolas, mientras que los pirómanos representan un porcentaje menor pero reciben más atención mediática.


Fuego experimental en Portugal.
Fuego en el matorral durante una quema experimental en Portugal. Victoria Arcenegui/Imaggeo.


¿Por qué se producen los incendios?

Ahora que es invierno, podemos hablar con calma sobre el fuego.

¿Sabes cómo llaman a los árboles en un incendio forestal? Combustible.

¿Sabes cómo llaman a los árboles que quedan cuando el fuego se apaga? Los llaman "los muertos de pie".

Jeanette Brinson (Carey Mulligan). Lo que arde con el fuego (Paul Dano, 2018).

El régimen del fuego ha cambiado

El régimen de incendios, e incluso el tipo de incendios, han cambiado durante las últimas décadas debido a varios factores.

El de las zonas mediterráneas es uno de los muchos sistemas terrestres en los que el fuego es un agente que ha modelado históricamente el paisaje y la vida. El verano largo, cálido y seco es la causa de que, tradicionalmente, los incendios se concentren en verano (lo que no quiere decir que no los haya en invierno). Todo esto ya lo sabemos. Los incendios en nuestra zona siempre han sido más frecuentes en los meses de verano. Sin embargo, en la última década, se han registrado incendios significativos en primavera y otoño, e incluso en invierno, debido a condiciones anómalas de sequía prolongada. 2022 fue uno de los peores años en cuanto a superficie quemada, con España como el país europeo más afectado. Aunque el número total de incendios puede no haber aumentado significativamente, la superficie afectada y la intensidad sí han crecido.

También se ha observado recientemente un aumento en la frecuencia de incendios de alta intensidad, conocidos como megaincendios, que son difíciles de controlar debido a su gran extensión y comportamiento errático.

A la pregunta: ¿es posible que en España se sufra de un “viernes negro” como el australiano? La respuesta es sí. Cumplimos con todos los requisitos para ello. Un territorio abandonado por la falta de viabilidad de la agricultura y la ganadería que ha hecho que la cubierta vegetal sea cada vez más abundante. Un clima con veranos cálidos y secos. Una población que visita cada vez más las zonas forestales que han sido tomadas como áreas de esparcimiento, asentamiento rurales, que, en ocasiones, tienen más de urbanos, y en los que se vive en las zonas limítrofes del bosque o bien dentro de él como es el caso de algunas urbanizaciones. Esta es una población que desconoce los espacios rurales, y por supuesto los riesgos de las zonas forestales. Y tenemos ejemplos recientes: Galicia y Soria en el último quinquenio, los incendios de 1979 y 1994 en Valencia, junto a los de Portugal de 2005 o los del verano de 2007 en Grecia, donde el cómputo final de fallecidos estuvo cerca de los 70.

J. Mataix-Solera y A. Cerdà. Los efectos de los incendios forestales en los suelos. Síntesis y conclusiones. Nuevos retos en la investigación y en la gestión. En: El estado de la Cuestión visto por los científicos españoles (2009).


Helicóptero apagando un incendio. Fotograma de "Aviones: equipo de rescate" (Bobs Gannaway, 2014).
Fotograma de Aviones: equipo de rescate (Bobs Gannaway, 2014). Para nada es mi película favorita, pero la escena del incendio forestal con Thunderstruck de fondo (AC/DC, 1990) es espectacular.


Cambio climático y fuego

En primer lugar, el más novedoso y del que cada vez somos más conscientes: el cambio climático. España es uno de los países de la Unión Europea más castigados por los incendios. Por lo tanto, cada verano, los medios suelen incidir en el origen de estos. Afortunadamente, cada vez más, se considera el cambio climático como una de las causas del elevado riesgo de incendios, y cuando se cita en medios o artículos alejados del debate político, esto no se discute (como en este ejemplo).

El calentamiento global es el aumento de la temperatura de la Tierra debido a los gases de efecto invernadero emitidos por actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles, u otras causas  como el cambio de uso del suelo. Esto intensifica el efecto invernadero, provocando cambios climáticos, deshielo y fenómenos extremos. 

El calentamiento global intensifica el régimen de incendios forestales al aumentar la temperatura media y la frecuencia y duración de las olas de calor, lo que reduce la humedad del suelo y de la vegetación, haciéndola más inflamable. Además, las lluvias más irregulares y concentradas generan períodos secos prolongados que favorecen la acumulación de biomasa seca, combustible para el fuego. Ante estas nuevas condiciones, la vegetación natural o manejada por el hombre se encuentra en proceso de adaptación. Estos factores, combinados con fenómenos extremos como sequías o vientos fuertes, crean condiciones propicias para incendios más frecuentes, extensos y difíciles de controlar.

La despoblación rural y el abandono del campo

El proceso de abandono progresivo de las zonas rurales en favor de áreas urbanas comenzó a mediados del siglo XX debido al éxodo rural, impulsado por la industrialización y la búsqueda de mejores oportunidades laborales en las ciudades.


Construcción abandonada en Zorita, Extremadura.
Construcción abandonada en Zorita (Extremadura). Leticia Ayuso/Flickr.


Este movimiento migratorio afecta al medio natural al reducir la gestión tradicional del territorio (pastoreo, cultivos, silvicultura), lo que puede favorecer la aparición de incendios forestales, la pérdida de biodiversidad y la degradación de paisajes culturales. Si bien es cierto que la naturaleza recupera, por decirlo así, las tierras abandonadas, lo hace con un equilibrio frágil que puede derivar en una menor sostenibilidad ecológica.

En la actualidad, tanto en España como en muchas otras partes del mundo, los suelos se han visto afectados por profundos cambios de uso debido al incremento de la actividad industrial y a los movimientos de la población, que tienden a agruparse en ciudades cada vez más grandes y a abandonar los entornos rurales. Estos procesos conllevan la disminución de la presión agrícola y ganadera, así como el abandono de labores tradicionales que contribuían a un manejo eficiente de los recursos agrícolas y forestales, como el mantenimiento de terrazas en las laderas, el cuidado de los caminos o la limpieza del bosque. Todo esto, unido a la presión turística, a la expansión de las zonas urbanas y a otras causas de índole social, conllevó a un gran incremento en el número y daños causados por los incendios forestales durante las décadas de 1960, 1970 y 1980. A partir de 1990, el número de incendios forestales ha aumentado progresivamente, aunque afectando a una menor superficie total anual.

A. Jordán y A. Cerdà. Avances metodológicos e innovación técnica en el estudio de los suelos afectados por incendios forestales. En: Actualización en métodos y técnicas para el estudio de los suelos afectados por incendios forestales (2010).

Las políticas de manejo del medio rural a lo largo de la segunda mitad del siglo XX también han tenido consecuencias. En un intento voluntarioso pero contraproducente en muchos sentidos de proteger el paisaje y los recursos naturales, la política forestal del franquismo y de las primeras décadas de la democracia consistió en la reforestación con pinos y eucaliptos, dos especies inflamables que, además, se expanden tras el fuego. Pinos y eucaliptos, por sí solos, no son responsables del fuego. Pero una masa forestal artificial, bajo décadas de abandono y mal manejada, sí puede favorecer un incendio.


Bombero frente a las llamas durante un un fincendio forestal en otograma de "Lo que arde" (Oliver Laxe, 2019).
Fotograma de O que arde (Oliver Laxe, 2019), la historia de redención ambientada en Galicia de un pirómano después de salir de la cárcel.


El medio natural ha cambiado

El medio natural es diferente hoy respecto a hace seis o siete décadas. A principios del siglo XX, España estaba bajo una emergencia ecológica por falta de árboles (lo que está explicado de forma sencilla pero muy completa aquí). Ante este grave problema, la política forestal de la posguerra consistió en plantar pinos y eucaliptos, dos especies foráneas que medran con el fuego pero crecen rápidamente. En el caso del eucalipto, hoy considerado una especie invasora, ocupa actualmente una superficie de 1.5 millones de hectáreas (15,000 km²) en España (como se explica aquí). Según el Plan Forestal de Andalucía, entre 2000 y 2020, los bosques de eucalipto fueron el sistema forestal más afectado por el fuego en la región (22,696 ha), frente a otros como los bosques de Pinus pinea (14,453 ha), los de Pinus halepensis (11,398 ha) o las formaciones claras de encinas (Quercus sp., principalmente dehesas, 11,529 ha). No debería sorprender que, precisamente, las especies más inflamables sean las más afectadas por el fuego.

¿Cuáles son las causas de los incendios forestales?

En cuanto a las causas de los incendios, estamos acostumbrados a centrarnos en los pirómanos. Como consecuencia, exigimos persecución y penas más duras para ellos. ¿Quién estaría en contra de castigar duramente a quien ocasiona un fuego por placer? Sin embargo, la cuestión es más compleja que esto.

Según el último informe sobre incendios forestales en España, si consideramos las causas de los incendios en el período con datos comprobados más reciente (2006-2015), el origen más frecuente es el intencionado (21,256 incendios, 32.3%), seguido de negligencias y accidentes (20,953 incendios, 31.8%). Si no consideramos las causas desconocidas, los incendios intencionados y las negligencias/accidentes representan juntos el 85%. 

Esto justifica que la atención de los medios se centre en ambos casos. Pero a mí me asaltan algunas dudas. Si nos centramos en los incendios intencionados, vemos que el 72% de las causas se debe a prácticas agrícolas inadecuadas. Según el mismo informe, aquí se incluyen los fuegos provocados por agricultores para eliminar matorral y residuos agrícolas (6,193 incendios y 13,448 conatos), por pastores y ganaderos para regenerar el pasto (10,373 incendios y 5,190 conatos), y para ahuyentar animales como lobos y jabalíes (475 incendios y 495 conatos). Solo estas tres causas hicieron arder 280,149 hectáreas de superficie forestal entre 2006 y 2015, el 47% del total de la superficie quemada en ese período.


Causas de incendios en España entre 2006 y 2015.
A la izquierda, causas de incendios en España entre 2006 y 2015. A la derecha, causas desglosadas de los incendios intencionados en el mismo período. Los incendios forestales en España. Decenio 2006-2015. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.


En contraste, los incendios provocados por pirómanos (en el gráfico anterior, incluidos en "Otros motivos") fueron 901 (y 2,820 conatos), afectando a 37,059 hectáreas. El número de incendios fue de apenas el 5% respecto a los provocados por prácticas agrícolas y ganaderas inadecuadas y afectó a prácticamente la décima parte de la superficie quemada por esta misma causa. Sin embargo, los pirómanos no están protegidos por intereses económicos, mientras que agricultores y ganaderos sí, por lo que la atención mediática es distinta.

Los incendios forestales provocados por cazadores para facilitar la caza (1,065 y 635 conatos) quemaron en el mismo período 27,827 hectáreas. Los provocados por pastores y ganaderos para regenerar el pasto (10,373 y 5,190 conatos) afectaron a 94,871 hectáreas. Tampoco los medios insisten mucho sobre esto. Siempre se culpa a los pirómanos. Pero viendo los números, lo de los pirómanos empieza a ser algo casi anecdótico, ¿no? Una desgracia que puede destruir vidas y recursos sí, pero no es la más importante.

Añado que, desde mi punto de vista, un pirómano es una persona que padece una enfermedad mental. Causa un daño terrible a la sociedad, pero requiere atención médica, no cárcel (o, al menos, no solo cárcel).


El pirómano redimido Amador Coro (interpretado por Amador Arias) en "O que arde" (Oliver Laxe, 2019).
El pirómano redimido Amador Coro (interpretado por Amador Arias) en O que arde (Oliver Laxe, 2019).


Más allá de los pirómanos

El incendio del Alto Ampurdán en 2012 se atribuyó oficialmente a una colilla arrojada al arcén de la carretera N-II. Aunque en realidad las causas nunca estuvieron del todo claras, surge una pregunta: ¿pueden un pirómano o una colilla originar un megaincendio como aquel?

La respuesta es un "sí, pero". Sí, pero bajo ciertas condiciones. La falta de una adecuada gestión forestal fue mucho más importante en este y otros grandes incendios forestales. Una vez comenzado el fuego, es la gestión forestal que se haya realizado a lo largo de años la que permitirá que todo se quede en un pequeño fuego o en un destructivo incendio. En los ecosistemas mediterráneos de España, la acumulación de biomasa y la reducción de prácticas tradicionales (como el carboneo, la ganadería o la extracción de corcho) han creado una situación estructuralmente peligrosa.

Las condiciones meteorológicas tienen mucho que ver pero, sobre todo, forman parte de un modelo territorial donde no hay gestión ni planificación alguna, facilitando la acumulación de altas cargas de combustible dispuestas a arder en cualquier momento. La inflamabilidad de una masa forestal no depende de la especie, sino principalmente de su estructura, esto es, de la cantidad y la forma en que se organiza la biomasa disponible. Y ello es consecuencia directa de la gestión que se haga en esas masas forestales. Así, no es igual de inflamable una plantación de eucaliptos en producción que la misma plantación abandonada.

WWF. Desmentimos mitos sobre las causas de los incendios forestales. Consultado el 20/11/2024. 

Pues eso. Los gestores deben gestionar.

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