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Prevenir, restaurar y convivir con el fuego

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Los incendios forman parte natural del paisaje mediterráneo desde hace millones de años y han moldeado su biodiversidad. Sin embargo, el cambio climático, el abandono rural y la acumulación de biomasa han incrementado la frecuencia e intensidad de los grandes incendios forestales. Frente a las políticas de “tolerancia cero”, la gestión sostenible pasa por crear paisajes en mosaico, recuperar agricultura y pastoreo, aplicar quemas prescritas, proteger bosques maduros y humedales, y fomentar la regeneración natural con especies resilientes. Aprender a convivir con el fuego, en lugar de eliminarlo, es clave para la conservación y adaptación al nuevo contexto climático. Este artículo fue publicado originalmente en  The Conversation  bajo licencia CC BY-ND 4.0 . Lea el  original .

Nuevo clima, nuevos incendios, nuevas soluciones

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Hace poco fui entrevistado en el diario El Español a propósito de la ola de incendios que ha asolado España durante el verano. El resultado se publicó y está disponible aquí . Antes de publicarse, este tipo de textos son editados y censurados recortados con propósitos, supongamos, estrictamente de espacio de papel en la edición impresa o de bits en la edición en línea, nunca por motivos políticos en medios tan serios y no hay nada más que decir (😏). Yo, encantado de que me escuchen. En cualquier caso, como el texto original de la entrevista fue algo más larga que la versión publicada, me permito colgar aquí el texto original, porque, a mi modo de ver, lo que se quedó por el camino es tan interesante como lo que sí llegó. El texto  censurado  recortado aparece a continuación  en color . ◼  Antonio Jordán López Deberíamos dejar de hablar de cambio climático y referirnos al nuevo clima Quema prescrita en el área de El Berrocal, cerca de Almadén de la Plata (Sev...

Incendios forestales: causas, efectos y estrategias

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Los incendios forestales son fenómenos complejos condicionados por el cambio climático, el relieve, la vegetación y las actividades humanas. El aumento de temperaturas, la sequía, la acumulación de combustible vegetal y la expansión urbana elevan el riesgo de incendios, especialmente en zonas mediterráneas y de difícil acceso. El relieve afecta a los vientos y la propagación del fuego, mientras que la actividad humana es responsable directa o indirecta de muchas igniciones. Aunque el cambio climático ha incrementado la frecuencia y gravedad de los incendios, una gestión forestal basada en la conservación de bosques maduros y biodiversos puede reducir su impacto. Fomentar la resiliencia ecológica, evitar la simplificación de ecosistemas y limitar la ocupación del territorio en zonas de riesgo son claves para una gestión sostenible del paisaje.

Fuego, suelo, química y física

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Los incendios provocan profundos cambios físicos, químicos y biológicos en el suelo, dependiendo de la intensidad, duración y humedad durante el evento. El fuego altera la estructura del suelo, destruye la materia orgánica, genera cenizas que modifican el pH y puede formar compuestos como el black carbon o sustancias hidrofóbicas. A nivel físico, degrada los agregados, disminuye la porosidad y crea capas impermeables. La pérdida de nutrientes, especialmente nitrógeno, y la modificación de la capacidad de intercambio catiónico afectan la fertilidad y dificultan la recuperación ecosistémica. Estos impactos son mayores cuanto más severo y recurrente es el incendio.

Nota de prensa sobre la ola de incendios forestales de agosto de 2025

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Hoy comparto con vosotros una nota de prensa que recoge una entrevista que me han realizado recientemente para los medios de comunicación. Para quienes no estén familiarizados con el término, una nota de prensa es un documento informativo que se envía a periodistas y medios con el objetivo de comunicar noticias relevantes, logros, eventos o declaraciones de interés público. En el texto se explica cómo el cambio climático, junto con la acumulación de biomasa y el abandono del paisaje agrario, favorece el desarrollo de grandes incendios forestales de comportamiento impredecible y gran destructividad, incluyendo los de sexta generación, capaces de generar tormentas de fuego. Dada la imposibilidad de extinguirlos una vez desatados, se enfatiza la prevención mediante la gestión activa del territorio, la recuperación de la agricultura y ganadería, el uso de especies menos inflamables y planificación de paisajes resilientes. La clave: evitar grandes incendios a favor de fuegos de menor intens...

Régimen del fuego y gestión sostenible

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El fuego es un proceso natural que ha moldeado los ecosistemas mediterráneos durante millones de años, y muchas especies presentan adaptaciones específicas para sobrevivir o regenerarse tras incendios. En el Mediterráneo, la frecuencia e intensidad de los incendios dependen del clima (veranos secos, olas de calor, viento), el combustible vegetal (densidad, continuidad y abandono rural) y la actividad humana (igniciones accidentales o intencionadas). Los grandes incendios ocurren cuando coinciden condiciones extremas y vegetación continua. La gestión preventiva incluye generar paisajes heterogéneos, convivir con el fuego mediante quemas prescritas, reducir riesgos en áreas urbanas y rurales, conservar humedales y bosques refugio, restaurar con especies resistentes y mitigar el cambio climático, integrando ciencia, planificación y participación ciudadana.

Tormentas de fuego

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Los incendios de sexta generación representan un fenómeno extremo y creciente vinculado al cambio climático, la acumulación de biomasa forestal y el abandono del paisaje agrario tradicional. Estos megaincendios, de comportamiento impredecible y efectos devastadores, superan la capacidad de extinción actual y generan procesos como tormentas de fuego, pirocúmulos y rayos que propagan el fuego de forma caótica. La clasificación por generaciones, desarrollada en la región mediterránea, permite entender la evolución de estos eventos y sus retos. La prevención pasa por una gestión activa del territorio, recuperación del mosaico agroforestal, y un cambio profundo en las políticas de ordenación del paisaje y en los sistemas de extinción.

Bosque, clima y agua

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Aunque España ha incrementado notablemente su superficie arbolada en las últimas décadas, la salud de sus masas forestales, especialmente de los boques maduros, está en declive por el estrés climático. La defoliación afecta a un número creciente de árboles, especialmente en regiones mediterráneas, donde especies como encinas, pinos y alcornoques muestran signos de debilitamiento. A pesar de precipitaciones puntuales, muchas masas forestales no logran recuperarse, y se documentan fenómenos de mortalidad progresiva. Los bosques maduros muestran mayor resiliencia frente a incendios y sequías, pero representan una mínima parte del total. Incluso en parques nacionales se observa un fuerte deterioro. Para garantizar la sostenibilidad forestal, se requiere una gestión forestal adaptativa basada en la reducción de densidades, la diversificación estructural y el acompañamiento ecológico de los procesos naturales.

Fuego, clima y biodiversidad

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Los incendios forestales son una perturbación ecológica cuya recurrencia y distribución global están determinadas por factores climáticos, vegetación y uso del suelo. Desde el Devónico, la presencia de oxígeno y combustible vegetal ha permitido incendios recurrentes que han influido en la evolución de ecosistemas y especies. Zonas como la cuenca mediterránea, California, Chile central o Australia presentan incendios frecuentes debido a su clima seco y cálido. El abandono agrícola, la tala descontrolada y la supresión de incendios alteran la estructura del combustible y aumentan el riesgo. Además, el cambio climático y los cambios de uso del suelo intensifican la frecuencia e impacto del fuego, afectando la biodiversidad, la genética de las especies y la degradación del suelo. En algunos ecosistemas adaptados al fuego, la supresión puede tener efectos negativos.

Megaincendios y cambio climático

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Los megaincendios representan una nueva realidad en el contexto del cambio climático. Se caracterizan por su gran extensión, intensidad y dificultad para ser controlados, desbordando las estrategias convencionales de extinción. Su frecuencia aumenta en un clima más cálido y seco, potenciado por fenómenos como El Niño y prácticas humanas insostenibles. Estos incendios generan enormes pérdidas ecológicas, sociales y económicas, como muestran casos recientes en España. Aunque el fuego ha sido históricamente una herramienta de gestión de ecosistemas, los incendios actuales exigen una revisión urgente de las políticas forestales y una apuesta por enfoques sostenibles.

¿Quién quema el bosque?

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El régimen de incendios forestales en España ha cambiado en las últimas décadas debido a factores como el cambio climático, la despoblación rural y la gestión forestal inadecuada. El calentamiento global ha intensificado los incendios al aumentar las temperaturas y la sequedad de la vegetación. La migración hacia zonas urbanas ha reducido la gestión tradicional del territorio, aumentando la acumulación de biomasa inflamable. Políticas forestales pasadas, como la reforestación con especies inflamables, también han contribuido. Aunque los incendios intencionados son comunes, la mayoría está relacionada con prácticas agrícolas, mientras que los pirómanos representan un porcentaje menor pero reciben más atención mediática.