Previamente hemos hablado del nacimiento de la Ciencia del Suelo y, en concreto, del conocimiento aplicado del suelo a la agricultura en Mesopotamia . De forma paralela, en China y Japón, la agricultura surgió hace milenios como eje central de la cultura, la sociedad y la tecnología. En China, se domesticaron especies como el arroz y el mijo desde hace más de 10000 años, desarrollándose técnicas avanzadas de irrigación, clasificación de suelos y control de la erosión . Japón, influido por China, adaptó estas prácticas a sus limitadas tierras fértiles mediante el uso de terrazas, fertilizantes naturales y rotación de cultivos. Ambos países integraron el conocimiento agronómico con sistemas sociales y espirituales, mientras que pensadores como Masanobu Fukuoka en Japón reformularon la agricultura moderna desde una mirada más natural y sostenible. La historia agrícola del Lejano Oriente revela una profunda comprensión de los suelos, el clima y la gestión del paisaje.
¿Nutritivo o insostenible? La huella ecológica del menú
La alimentación humana no puede entenderse solo desde su valor nutricional, sino que debe analizarse también desde su impacto ecológico. Factores como la deforestación, el consumo de agua, la erosión del suelo y las emisiones de gases de efecto invernadero convierten algunos alimentos en opciones insostenibles. Ejemplos como el aguacate o la carne de vacuno evidencian que la producción de alimentos puede tener graves consecuencias ambientales, incluso si los productos son saludables. La lógica reduccionista puede invisibilizar el daño ecológico, y por ello es necesario un enfoque más holístico que integre sostenibilidad y ética en nuestras decisiones alimentarias.
Más allá del valor nutritivo: la ecología de la alimentación
El algunas entradas anteriores hemos visto algunos de los motivos por los cuales los seres humanos comemos unas cosas u otras, y por qué estos gustos pueden variar entre distintos grupos. Hemos hablado de factores como la cultura, la tecnología de conservación y procesado de alimentos, la historia, la biología y hasta de las conspiranoias. Pero estos no son los únicos factores que nos explican la alimentación, y en ésta y las próximas entradas hablaremos de ellos.
El equilibrio entre valor nutricional y sostenibilidad ambiental
Los costes y beneficios en materia de nutrición no son la única consideración en la elección de alimentos. Algunos alimentos, a pesar de ser sumamente nutritivos, pueden ser evitados debido a otros costes que pueden ser igualmente o más importantes. Estos pueden incluir el tiempo o el esfuerzo necesario para su producción, así como los impactos negativos sobre el medio ambiente, el suelo y la fauna.
Para la industria, los alimentos no son salud o bienestar. Para la industria los alimentos son dinero como para un martillo todo son clavos. La deforestación para transformar un ecosistema natural (como la selva del Amazonas) en una plantación es, evidentemente un daño. Y luchar contra este daño exige tener claros los límites, si es que eso es posible:
Las paradojas de Zenón no son las únicas que se presentan si nuestros límites son demasiado precisos. Imaginemos un prado: está lleno de hierbas y de flores, las abejas zumban en el aire, hay algunos árboles, el agua fluye por los arroyos, los pequeños mamíferos corretean entre la hierba, las mariposas se posan en los pétalos. Arranco una brizna de hierba de la pradera. ¿Sigue habiendo una pradera? Claro que sí. Arranco otra brizna de hierba. Y luego otra. Y otra. A cada paso puedo responder que hay una pradera. Pero ya he arrancado toda la hierba. Tengo un enorme descampado, y las mariposas se han ido a otra parte. Según mi lógica, ¡sigue habiendo una pradera! Por tanto, como me adhiero a la ley de no contradicción, no hay ninguna pradera «de verdad», pues podría tratarse de un enorme descampado. A lo mejor ahora puedo convertirlo en un aparcamiento.
Intentémoslo al revés. Planto una sola hoja de hierba en la tierra baldía. Eso no forma una pradera. Plantemos otra hoja. Sigue sin haber una pradera. Y continúo en mi empeño. Ya he plantado miles y miles de hierbas. Según mi lógica, que es correcta en cada paso, ¡sigue sin haber ninguna pradera! Ahora veo mariposas revoloteando por ahí y topos agarrándose a los tallos más altos. Pero, según mi lógica, no puede haber praderas de verdad. ¿Por qué? Porque, si hubiera una pradera de verdad, me habría llevado la contraria a mí mismo al llegar a la conclusión correcta desde mi punto de vista de que no había una pradera. O al revés: cada vez que me parase a comprobar si al arrancar la hierba desaparecía la pradera, sería una contradicción decir que no había ninguna pradera cuando, según mi propia lógica, la pradera estaba intacta.
No hay ningún momento definible en el que la pradera deje de ser una pradera. De modo que no hay praderas. Podrían ser aparcamientos en potencia. Y, puesto que según la misma lógica tampoco hay aparcamientos, en realidad no importa si construyo uno en esa pradera. ¿Empiezas a comprender que la racional ley de no contradicción me permite eliminar seres ecológicos tanto del pensamiento como de la realidad física?
Límite entre la selva amazónica y una parcela desforestada destinada a la plantación de soja (fotograma de un vídeo realizado por Victor Moriyama). Victor Moriyama/El País.
La elección de alimentos también se ve influenciada por la sostenibilidad ambiental y los impactos más allá del valor nutritivo. Algunos alimentos, a pesar de su contenido nutricional, pueden ser considerados "malos para comer" si su producción agota recursos naturales, contribuye a la deforestación o afecta adversamente al ecosistema. Esta perspectiva destaca la importancia de equilibrar los beneficios nutricionales con la sostenibilidad ambiental.
Comida para todos. El futuro de la alimentación (DW, 2022) es un documental que explora diversas iniciativas innovadoras para producir alimentos de manera sostenible, nutritiva y diversa, adaptándose al cambio climático y aprovechando nuevos recursos.
Aguacate en tu tostada, desertificación en tu brunch
Un ejemplo de esto son los frutos tropicales. El aguacate, por ejemplo, aunque es rico en grasas saludables y nutrientes, es uno de los ejemplos que se encuentran en el centro del debate debido a su huella ambiental, especialmente en términos de deforestación (en Michoacán, México, la expansión de las plantaciones de aguacate ha contribuido a la deforestación, afectando la biodiversidad de los ecosistemas locales), uso del agua en las regiones donde se cultiva (en regiones del sur de España como Málaga y Granada, esto ha llevado a la sobreexplotación de recursos hídricos, pozos ilegales y estrés hídrico), erosión del suelo o la contaminación y el consumo de energía que produce el transporte desde las zonas de producción a las de consumo.
Esto no quiere decir que el aguacate sea algo malo en sí. ¿Pero necesitamos tantos, todo el año, en todos sitios? ¿Cuál es el coste de todo esto?
Teóricamente, solo 6.400 hectáreas tienen derecho a regar con agua del embalse de La Viñuela, por estar por debajo de la cota de 140 metros sobre el nivel del mar que marca el Plan Guaro. En septiembre, había 134 comunidades de regantes censadas en La Axarquía, de las cuales 64 tienen derecho a agua de La Viñuela, según los datos recabados por este medio. Pero basta un paseo por los campos de localidades como Benamargosa, Vélez-Málaga o incluso Comares (a 700 metros de altitud) para comprobar hasta dónde se han extendido los aguacates, un cultivo de alta demanda hídrica que ha sustituido a los olivos o los almendros en muchos terrenos del paisaje axárquico. Cada hectárea de aguacates exige unos 7.000 metros cúbicos de agua cada año, algo menos el mango. La pregunta brota sola: ¿cómo se riegan?
Como algo habrá que ponerle al pan en el brunch de los turistas, que yo me pregunto a veces si los turistas desayunarán aguacate también en sus casas como si no hubiera un mañana, el cultivo del aguacate se expande a pesar de todo esto:
Pese a todos estos inconvenientes, el aguacate se está expandiendo y su superficie ha crecido un 30% en el país [España] desde 2018, según datos del informe. Alter critica: "Es un cultivo tropical, no mediterráneo, adaptado a regiones donde llueve más del doble que en Andalucía, por lo que genera un importante déficit de agua. Pese a ello, no deja de crecer en Málaga y Granada, y empieza su expansión por Cádiz, Murcia y el sur de Portugal".
La carne de vacuno, aunque rica en proteínas, a menudo es evitada por aquellas personas preocupadas por su contribución al consumo de agua (la producción de carne requiere grandes cantidades de agua para el riego de cultivos forrajeros, así como para el consumo directo de los animales). La expansión de tierras para el pastoreo y la producción de forraje, como la soja, contribuye a la deforestación de bosques tropicales, lo que afecta a la biodiversidad y los ciclos del carbono) y las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con la industria ganadera (la ganadería es responsable de una parte significativa de las emisiones de metano y óxido nitroso, que son gases de efecto invernadero mucho más potentes que el dióxido de carbono).
Aunque una creencia, en ocasiones muy arraigada, asume que la industria, el transporte y el sector energético son las actividades que más contaminan, el papel de la alimentación en el computo global de las emisiones de gases de efecto invernadero es una realidad que no se puede dejar de lado. Así, el estudio titulado The global impacts of food production y publicado en 2018 en la revista Science por científicos de la Universidad de Oxford, apuntaba a un dato muy significativo: al menos un 25% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero, corresponden al sector de la alimentación.
[...]
Esto [...] es de gran importancia pues, a veces, por menor carne que consideremos consumir, la huella de carbono de un filete de ternera procedente de un entorno cercano a nuestras ciudades, en ocasiones podría ser menor que el de un aguacate importado de Ecuador, una naranja procedente de China, o unas fresas cultivadas fuera de temporada. Y es que el cálculo global de la huella de carbono, más allá de la naturaleza del producto, hay que tener en cuenta el conjunto de emisiones generadas desde el momento en que el producto es producido, hasta que, a veces cruzando medio planeta, llega a nuestros platos.
Comiendo nuestro camino a la extinción (Otto Brockway y Ludo Brockway, 2021) es un documental que aborda el impacto devastador de nuestras elecciones alimentarias en el planeta. Narrado por Marco Antonio Regil, el documental lleva a los espectadores a un viaje cinematográfico alrededor del mundo, desde la selva amazónica hasta las montañas de Taiwán, mostrando cómo la producción de alimentos está contribuyendo al colapso ecológico.
¿Y tú? ¿Sabías el impacto ecológico de lo que comes? Deja tu comentario.
Preguntas para pensar un poco
¿Por qué algunos alimentos afectan más al medioambiente que otros?
¿De dónde viene lo que comiste ayer?
¿Qué significa "huella de carbono"?
¿Qué comes que tenga una huella de carbono alta? ¿Y baja?
¿Qué alimento de los que comes ha necesitado mucha agua para llegar al plato? ¿Y poca agua?
¿Qué recursos naturales se ven más afectados por la producción del plato que más te gusta?
¿Qué impacto tiene la deforestación en tu alimentación? ¿Y tu alimentación en la deforestación?
¿Cómo puedes identificar productos con menor impacto ecológico en el supermercado?
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