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Mostrando entradas de julio, 2025

Sombra, roca y fósiles vivientes

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Psilotum nudum es una planta vascular primitiva, considerada un fósil viviente, que sobrevive en grietas húmedas del Parque Natural de Los Alcornocales, en Cádiz. Su presencia en Europa es extremadamente limitada, restringida a unas pocas localizaciones andaluzas con condiciones microclimáticas estables y baja perturbación humana. Este helecho sin raíces ni hojas verdaderas mantiene una relación simbiótica con hongos micorrícicos, lo que le permite absorber nutrientes en suelos pobres. Actúa como bioindicador de calidad ambiental, ya que solo prospera en ecosistemas bien conservados. Clasificada como especie en "peligro crítico", su conservación requiere medidas urgentes como microreservas, reproducción asistida y seguimiento genético. Su morfología minimalista refleja una evolución por reducción funcional, no por permanencia ancestral, lo que lo convierte en un testimonio vivo del tiempo profundo vegetal.

Bosque, clima y agua

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Aunque España ha incrementado notablemente su superficie arbolada en las últimas décadas, la salud de sus masas forestales, especialmente de los boques maduros, está en declive por el estrés climático. La defoliación afecta a un número creciente de árboles, especialmente en regiones mediterráneas, donde especies como encinas, pinos y alcornoques muestran signos de debilitamiento. A pesar de precipitaciones puntuales, muchas masas forestales no logran recuperarse, y se documentan fenómenos de mortalidad progresiva. Los bosques maduros muestran mayor resiliencia frente a incendios y sequías, pero representan una mínima parte del total. Incluso en parques nacionales se observa un fuerte deterioro. Para garantizar la sostenibilidad forestal, se requiere una gestión forestal adaptativa basada en la reducción de densidades, la diversificación estructural y el acompañamiento ecológico de los procesos naturales.

Fuego, clima y biodiversidad

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Los incendios forestales son una perturbación ecológica cuya recurrencia y distribución global están determinadas por factores climáticos, vegetación y uso del suelo. Desde el Devónico, la presencia de oxígeno y combustible vegetal ha permitido incendios recurrentes que han influido en la evolución de ecosistemas y especies. Zonas como la cuenca mediterránea, California, Chile central o Australia presentan incendios frecuentes debido a su clima seco y cálido. El abandono agrícola, la tala descontrolada y la supresión de incendios alteran la estructura del combustible y aumentan el riesgo. Además, el cambio climático y los cambios de uso del suelo intensifican la frecuencia e impacto del fuego, afectando la biodiversidad, la genética de las especies y la degradación del suelo. En algunos ecosistemas adaptados al fuego, la supresión puede tener efectos negativos.

La vida bajo tierra

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El suelo alberga una vasta y compleja red de organismos vivos, desde microorganismos hasta pequeños vertebrados, cuya diversidad y funciones ecológicas resultan esenciales para el funcionamiento de los ecosistemas terrestres. Clasificados funcionalmente por su tamaño en microbiota, mesobiota y macrobiota, estos organismos participan en procesos clave como el reciclaje de nutrientes, la regulación del ciclo del carbono, la formación de la estructura del suelo y la mejora de su fertilidad. Su distribución es espacialmente heterogénea y está condicionada por factores fisicoquímicos, ambientales y antrópicos, como el uso agrícola o los incendios forestales. La biodiversidad del suelo constituye una frontera científica emergente con profundas implicaciones en la sostenibilidad, el cambio climático y la conservación de los recursos naturales.

Megaincendios y cambio climático

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Los megaincendios representan una nueva realidad en el contexto del cambio climático. Se caracterizan por su gran extensión, intensidad y dificultad para ser controlados, desbordando las estrategias convencionales de extinción. Su frecuencia aumenta en un clima más cálido y seco, potenciado por fenómenos como El Niño y prácticas humanas insostenibles. Estos incendios generan enormes pérdidas ecológicas, sociales y económicas, como muestran casos recientes en España. Aunque el fuego ha sido históricamente una herramienta de gestión de ecosistemas, los incendios actuales exigen una revisión urgente de las políticas forestales y una apuesta por enfoques sostenibles.

Vísceras, frutas y cocina molecular: ¿qué comemos y por qué?

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Frente a lo que pueda parecer, las elecciones alimentarias no son arbitrarias, sino que responden a una lógica donde se evalúan los costes y beneficios nutricionales, económicos y culturales. Frutas y verduras frescas, así como ciertas vísceras ricas en nutrientes, son alimentos preferidos o evitados según el contexto social, sanitario y personal. Factores como el temor a enfermedades, las normas culturales o el acceso económico determinan su aceptación. Además, prácticas modernas como la cocina molecular plantean debates sobre la transparencia y los límites de la innovación culinaria. En última instancia, la selección de alimentos refleja una búsqueda de eficiencia y sentido práctico.