Suelo, clima y carbono

El suelo, ese manto vivo que pisamos sin pensar, puede ser uno de nuestros mayores aliados frente al cambio climático. A través del secuestro de carbono, los suelos almacenan más carbono que la atmósfera y la vegetación juntas. Sin embargo, las prácticas agrícolas intensivas, la deforestación y la degradación los han convertido en emisores de CO₂. Recuperar su papel como sumideros de carbono implica apostar por una agricultura sostenible, el manejo de materia orgánica, el no laboreo, las cubiertas vegetales y el fortalecimiento de las comunidades microbianas del suelo. Cuidar el suelo es cuidar el clima, la alimentación y la vida.


 Antonio Jordán López

Lo que el suelo sabe del cambio climático (y no le hemos preguntado)

El cambio climático o, más bien, el nuevo clima, ya está aquí. Ya no es hora de frenarlo, porque hemos pasado mucho tiempo mirando al dedo en vez de a la Luna, pero sí podemos pensar en estrategias para mitigarlo. Claro, que si no nos hemos dignado a evitarlo, no sé qué vamos a hacer a la hora de frenarlo.

El caso es que cuando pensamos en modos de mitigar el nuevo clima, solemos mirar hacia arriba: al cielo, a las energías renovables, a los acuerdos internacionales. Pero tal vez deberíamos empezar por mirar hacia abajo. Porque ahí, justo bajo nuestros pies, se esconde uno de los mayores aliados que tenemos para capturar carbono y enfriar el planeta: el suelo.


Persona sosteniendo un gran agregado de suelo orgánico extraído de una turbera en las montañas de Wicklow, Irlanda; el suelo muestra una textura fibrosa con restos vegetales parcialmente descompuestos, característicos de los suelos de turba, en un entorno natural con hierba y muro de piedra al fondo.
Agregado de suelo rico en carbono orgánico en los Montes Wicklow (Irlanda). Antonio Jordán/Imaggeo.


Sí, el suelo. Ese manto de vida que pisamos sin pensar es, en realidad, un almacén colosal de carbono. Y no solo eso: es también un sistema vivo, dinámico y profundamente conectado con nuestra salud, nuestra alimentación y nuestro futuro.

¿Qué es eso del secuestro de carbono?

El secuestro de carbono es, en esencia, el proceso de capturar dióxido de carbono (CO₂) de la atmósfera y almacenarlo en otro lugar. En el caso del suelo, ese carbono llega principalmente a través de las plantas, que lo absorben mediante la fotosíntesis y lo transforman en materia orgánica. Cuando las plantas mueren o dejan caer sus hojas, parte del carbono que estaba contenido en sus tejidos se queda en el suelo. Y si las condiciones son adecuadas, puede permanecer allí durante décadas o incluso siglos.

Genéricamente, el secuestro de carbono en el suelo se refiere a la captura y almacenamiento seguro del CO₂ atmosférico en la pedosfera de una manera que también aumenta su tiempo medio de residencia y minimiza los sumideros de reemisión. Entre los numerosos objetivos del secuestro de C en el suelo se encuentran:

  • Compensar las emisiones antropogénicas por la combustión de combustibles fósiles , la producción de cemento y la deforestación.
  • Reducir el aumento neto de la concentración atmosférica de CO₂ (que alcanzó 400  ppmv en 2013) y el depósito (∼800  PgC).
  • Mejorar la concentración (y el depósito) de C orgánico en el suelo por encima del nivel umbral de 1,5-2,0%.
  • Restaurar la calidad del suelo y sus funciones y servicios ecosistémicos.
  • Mejorar la capacidad de retención de agua y nutrientes.
  • Mejorar la eficiencia del uso de los insumos en los suelos de los ecosistemas gestionados.
  • Reducir los riesgos de erosión acelerada y contaminación de fuentes no puntuales.
  • Crear suelos y agroecosistemas climáticamente inteligentes.
  • Mejorar la eficiencia del uso de los insumos y fortalecer las características supresoras de enfermedades del suelo.
  • Aumentar y mantener la productividad agronómica y promover la seguridad alimentaria y nutricional.

Rattan Lal, Wakene Negassa y Klaus Lorenz  (2015). Carbon sequestration in soil. Current Opinion in Environmental Sustainability, 15: 79-86. DOI: 10.1016/j.cosust.2015.09.002.

Este carbono almacenado se conoce como carbono orgánico del suelo y su cantidad depende de un delicado equilibrio entre lo que entra (ya sea de origen natural como la biomasa vegetal o de origen agrícola, como el compost o el estiércol) y lo que sale (como el CO₂ que se pierde durante la respiración microbiana, la materia orgánica que se pierde por erosión o por el laboreo).

Los niveles de carbono orgánico del suelo son el resultado de la interacción de varios procesos ecosistémicos, entre los cuales la fotosíntesis, la respiración y la descomposición son clave. La fotosíntesis consiste en la fijación del CO₂ atmosférico en la biomasa vegetal. Las tasas de aporte de carbono orgánico del suelo están determinadas principalmente por la biomasa radicular de la planta, pero también incluyen la hojarasca depositada por los brotes. El carbono del suelo se obtiene tanto directamente del crecimiento y la muerte de las raíces como indirectamente de la transferencia de compuestos ricos en carbono de las raíces a los microbios del suelo. Por ejemplo, muchas plantas forman asociaciones simbióticas entre sus raíces y hongos especializados del suelo, conocidos como micorrizas; las raíces proporcionan a los hongos energía en forma de carbono, mientras que los hongos proporcionan a la planta nutrientes a menudo limitantes, como el fósforo. La descomposición de la biomasa por los microbios del suelo provoca la pérdida de carbono en forma de CO₂ del suelo debido a la respiración microbiana, mientras que una pequeña proporción del carbono original se retiene en el suelo mediante la formación de humus, un producto que a menudo da a los suelos ricos en carbono su característico color oscuro

Todd A. Ontl y Lisa A. Schulte (2012) Soil Carbon Storage. Nature Education Knowledge, 3(10):35.

Un almacén más grande de lo que imaginas

Para hacernos una idea: los suelos del mundo almacenan más carbono que la atmósfera y toda la vegetación terrestre juntas. Se estima que los primeros 30 cm de suelo contienen unos 680.000 millones de toneladas de carbono, y si miramos hasta los dos primeros metros, la cifra asciende a más de 1.500 gigatoneladas. Y eso sin contar el carbono inorgánico, presente en forma de carbonatos, especialmente en zonas áridas.



En España, por ejemplo, los suelos forestales almacenan unos 2.500 millones de toneladas de carbono, el equivalente a todas las emisiones de CO₂ del país durante casi tres décadas. Pero esta capacidad varía mucho según el clima, el tipo de suelo y el uso del terreno. Las zonas húmedas y frías, como Galicia, tienden a acumular más carbono que las regiones semiáridas del sur.



El suelo se convierte en problema cuando se degrada

Debido a los cambios de uso, muchos suelos han dejado de ser sumideros de carbono para convertirse en fuentes emisoras de CO₂. La agricultura intensiva, la deforestación, el laboreo, el uso excesivo de fertilizantes y la erosión han degradado los suelos, liberando a la atmósfera parte del carbono que habían almacenado durante siglos.


Mapa de contenido en carbono orgánico del suelo en Andalucía.
Mapa de contenido en carbono orgánico del suelo en Andalucía (Muñoz et al., 2012).

Cuando un bosque se transforma en un campo de cultivo, se desencadena una serie de procesos que liberan grandes cantidades de CO₂ a la atmósfera.

  • Al talar o quemar los árboles para abrir espacio a los cultivos, se acaba liberando el carbono que estaba almacenado durante décadas en troncos, hojas y raíces.
  • Al desaparecer la cubierta vegetal, el suelo queda expuesto y pierde parte de su materia orgánica, una reserva invisible pero esencial de carbono. La mayor amplitud térmica, la pérdida de agua, la desestabilización de los agregados... todo esto lleva a la reducción de la actividad biológica encargada del reciclaje de la materia orgánica.
  • Los trabajos agrícolas -como el arado o el uso intensivo de fertilizantes- aceleran la descomposición de esa materia orgánica y favorecen la emisión de CO₂. Este fenómeno se ha observado en regiones tropicales donde la selva se sustituye por plantaciones de soja o palma aceitera, pero también en zonas mediterráneas cuando los antiguos encinares se roturan para sembrar cereal.
En todos los casos, el resultado es similar: un paisaje que antes almacenaba carbono pasa a emitirlo, y el suelo, que debería ser un aliado frente al cambio climático, se convierte en una fuente adicional de gases de efecto invernadero.

Se calcula que desde el inicio de la agricultura se han perdido entre 50 y 100 gigatoneladas de carbono del suelo a la atmósfera. Y hoy, la degradación del suelo es responsable de aproximadamente el 20% de las emisiones globales de CO₂, el 60% de las de metano y hasta el 80% de las de óxido nitroso, un gas con un potencial de calentamiento casi 300 veces superior al CO₂.

¿Y si el suelo fuera parte de la solución?

La buena noticia es que revertir esta tendencia es difícil, pero posible. Numerosos estudios demuestran que, con prácticas agrícolas adecuadas, los suelos pueden recuperar su papel como sumideros de carbono. 

Sin embargo, las prácticas agrícolas mejoradas pueden ayudar a mitigar el cambio climático mediante la reducción de emisiones por la agricultura y otras fuentes y por medio del almacenamiento de carbono en la biomasa de las plantas y el suelo. El trabajo de la FAO está dirigido a identificar, desarrollar y promover las prácticas culturales que reduzcan las emisiones agrícolas y retengan el carbonoa la vez que mejoran los medios de vida de los agricultores especialmente en los países en desarrollo, en razón del incremento de la producción y los ingresos a partir de los créditos de carbono, sustentados como consecuencia de los mecanismos generados por el Protocolo de Kioto.

¿Qué es el Secuestro de Carbono? Portal de suelos de la FAO (consultado el 28/10/2025).

Algunas de estas prácticas incluyen:

  • Añadir materia orgánica estabilizada (como compost maduro), que mejora la estructura del suelo y favorece la formación de humus.
  • Reducir el laboreo, para evitar la ruptura de agregados del suelo y la liberación de carbono. Prácticas como el laboreo mínimo o el no laboreo son muy beneficiosas en este aspecto.
  • Cultivar plantas de cobertura entre cosechas, que capturan CO₂ y protegen el suelo de la erosión.
  • Gestionar adecuadamente el pastoreo, evitando el sobrepastoreo y favoreciendo la regeneración de la vegetación.
  • Optimizar el uso de fertilizantes, para reducir las emisiones de N₂O y mejorar la eficiencia de la fotosíntesis. 

Diana añade compost al suelo en un huerto comunitario urbano, rodeado por una valla metálica; lleva guantes de jardinería y está rodeada de herramientas, plantas jóvenes y tierra fértil, en un entorno organizado que refleja prácticas sostenibles y participación ciudadana.
Diana añade compost al suelo en un huerto urbano de Sevilla. Antonio Jordán/Imaggeo.

Microbios, raíces y magia subterránea

Un actor clave en todo este proceso son los microorganismos del suelo: bacterias, hongos y otros seres diminutos que descomponen la materia orgánica y regulan el ciclo del carbono. Durante mucho tiempo se pensó que su diversidad no influía demasiado, pero hoy sabemos que su composición y abundancia pueden alterar significativamente las tasas de emisión o retención de carbono.

Estudios previos han tendido a centrarse en la influencia de factores abióticos en la actividad metabólica de los microorganismos del suelo, descuidando factores bióticos como la diversidad de especies, la diversidad funcional de microorganismos y, especialmente, las interacciones microbianas. Estudios recientes han demostrado que las interacciones microbianas desempeñan un papel fundamental en la diversidad y estabilidad de las funciones ecosistémicas. La teoría de redes proporciona herramientas poderosas para manejar sistemas altamente complejos y métricas que resumen las interacciones entre múltiples entidades. Por lo tanto, las métricas de redes pueden utilizarse para proporcionar una medida integrada de las relaciones entre la biodiversidad, las funciones ecosistémicas y los servicios. Además, también pueden determinar cómo varían estas relaciones entre ecosistemas o a lo largo de un gradiente de impulsores del cambio global.

Guozhen Gao, Guilong Li, Ming Liu, Jia Liu, Shiyu Ma, , Daming Li, Xiaomin Liang, Meng Wu y Zhongpei Li (2004). Microbial carbon metabolic activity and bacterial cross-profile network in paddy soils of different fertility. Applied Soil Ecology 195:105233. DOI: 10.1016,/j.apsoil.2023.105233.


Imagen de microscopía electrónica coloreada que muestra una estructura fibrosa altamente ampliada, con un tubo hueco a la izquierda y una red densa de filamentos entrelazados; el contraste en tonos azules resalta la complejidad microestructural de lo que podría ser tejido biológico, material sintético o una matriz nanométrica, clave para investigaciones en biología celular, ingeniería de materiales o biotecnología.
Imagen de microscopía electrónica de una raíz de pino rodeada de hongos. Pacific Northwest National Laboratory/Flickr.


Las comunidades microbianas del suelo son fundamentales para el crecimiento de los cultivos, la productividad agrícola gracias a sus interacciones positivas y su participación en los ciclos biogeoquímicos. Además, contribuyen a la sostenibilidad y resiliencia de los ecosistemas frente al cambio climático, promoviendo una agricultura climáticamente inteligente al mitigar el estrés biótico y abiótico:

La salud del suelo requiere la participación de las comunidades microbianas del suelo para el sustento del crecimiento de los cultivos, el aumento de la productividad y el mantenimiento de la calidad ambiental. Las interacciones positivas entre los diversos grupos de microbios en el entorno del suelo forman la base de la promoción del crecimiento de las plantas. Los microbios promotores del crecimiento de las plantas poseen múltiples efectos y participan en los ciclos biogeoquímicos de la tierra, además de actuar como indicadores de la calidad biológica del suelo, manteniendo así la sostenibilidad agrícola. Las comunidades microbianas desempeñan un papel esencial en la resiliencia de los ecosistemas ante el cambio climático y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, facilitando así que los cultivos mitiguen diversas condiciones de estrés biótico y abiótico y haciendo hincapié en la agricultura climáticamente inteligente mediada por las comunidades microbianas en el suelo.

Anjuma Gayan, Palakshi Borah, Dhrubajyoti Nath y Rupam Kataki (2023). Chapter 4 - Soil microbial diversity, soil health and agricultural sustainability. Sustainable Agriculture and the Environment. Editores: Muhammad Farooq, Nirmali Gogoi, Michele Pisante. Academic Press. Pp.: 107-126. DOI: 10.1016/B978-0-323-90500-8.00006-3.

La formación de agregados estables, la protección química del carbono por minerales del suelo, y la creación de compuestos resistentes a la descomposición son mecanismos fundamentales para estabilizar el carbono en el suelo. Y todos ellos dependen, en gran medida, de la actividad biológica.

No todo es técnica: también hay política

El secuestro de carbono en el suelo no es solo una cuestión de ciencia o agricultura: también es un asunto político. Las políticas públicas, los derechos sobre la tierra, los incentivos económicos y los mercados de carbono juegan un papel crucial.


Mano sosteniendo un pequeño puñado de suelo oscuro y fértil frente a un campo recién labrado en Argentina; el horizonte plano y la tierra rica en materia orgánica evocan prácticas agrícolas regenerativas en paisajes rurales de gran escala.
Suelo agrícola en Bahía Blanca (Argentina). IFPRI/Flickr.

En muchos países en desarrollo, la falta de seguridad respecto a la propiedad o al uso de la tierra no es algo que anime especialmente a los pequeños agricultores a invertir en prácticas sostenibles. ¿Por qué habría un agricultor de intentar mejorar la salud del suelo o "perder" dinero en prácticas de conservación del suelo si no sabe si va a seguir cultivándolo el año que viene? Según cierta opinión, este problema podría resolverse mediante la involucración de las instituciones en pagos por servicios ecosistémicos, compensando a los agricultores responsables debido a los beneficios que generan para toda la sociedad. Si esto es efectivo o no, también hay quien lo discute. Yo, y esto es una opinión personal, creo que sería mejor que el agricultor fuese el dueño de la tierra que cultiva. Pero, claro, ya estamos metiendo ideología, ¿verdad?


Suelo agrícola ligeramente ondulado cerca de Arcos de la Frontera (Cádiz), con surcos recién labrados en un suelo oscuro y rico en materia orgánica; al fondo se distinguen campos verdes y un cielo brumoso, en un paisaje que refleja prácticas de cultivo tradicionales y el potencial de los suelos fértiles andaluces.
Suelo cultivado rico en materia orgánica cerca de Arcos de la Frontera (Cádiz). Antonio Jordán/Imaggeo.

En Europa, aunque existen datos sólidos sobre el carbono del suelo, las políticas aún no reflejan plenamente su importancia. Iniciativas como la iniciativa "4 por 1000", que propone aumentar en un 0.4% anual el contenido de carbono en los suelos, muestran el camino a seguir.

La gestión sostenible de los recursos orgánicos requerirá intervenciones de los gobiernos regionales para ayudar a los agricultores a acceder a insumos económicos, así como para educarlos sobre prácticas sostenibles de gestión de la tierra. Se han identificado estrategias específicas para aumentar la reserva de carbono del suelo, que incluyen la restauración de tierras degradadas y la regeneración vegetativa, la agricultura sin labranza, los cultivos de cobertura, los residuos orgánicos, el compostaje, la gestión de nutrientes, el abonado, la mejora del pastoreo, la conservación y la cosecha de agua, el riego eficiente, las prácticas agroforestales y el cultivo de cultivos energéticos en barbechos.

Hanuman Prasad Parewa, Vijay Singh Meena, Sunita Kumari Meena, Anirudh Choudhary, Manoj Kumar (2023). 3 - Carbon management strategies for sustainable food production systems. Agricultural Soil Sustainability and Carbon Management Editores.: Sunita Kumari Meena, Ademir De Oliveira Ferreira, Vijay Singh Meena, Amitava Rakshit, Rajendra P. Shrestha, Ch. Srinivasa Rao y Kadambot H.M Siddique. Academic Press. Pp.: 69-98. DOI: 10.1016/B978-0-323-95911-7.00003-7.

Conclusión: cuidar el suelo es cuidar el clima

El suelo no es solo tierra: es vida que respira bajo nuestros pies. Es el tejido invisible que conecta lo que comemos, el aire que respiramos y el clima que nos envuelve. Guarda historias en forma de carbono, da cobijo a millones de seres diminutos y regula el agua como si cuidara de nosotros en silencio.

Cuando cuidamos el suelo, no solo protegemos el clima: estamos defendiendo la vida misma. Aunque no lo veamos, cada vez que lo preservamos, estamos sembrando esperanza y escribiendo un futuro distinto para el planeta.

Porque ese mañana que tanto nos inquieta… también empieza desde abajo.


Resumen

  1. El cambio climático ya está aquí, pero aún podemos mitigarlo.
  2. El suelo es el mayor almacén terrestre de carbono.
  3. Los suelos del mundo contienen más carbono que la atmósfera y la vegetación combinadas.
  4. La agricultura intensiva y la deforestación han convertido suelos en fuentes de CO₂.
  5. El secuestro de carbono en el suelo se basa en la fotosíntesis y la materia orgánica.
  6. Los microorganismos son esenciales para retener carbono y mantener la fertilidad.
  7. Prácticas como el no laboreo o el uso de compost favorecen la captura de carbono.
  8. La gestión del suelo también es una cuestión política y económica.
  9. Políticas como “4 por 1000” demuestran que el cambio es posible.
  10. Cuidar el suelo es cuidar el clima y, en última instancia, la vida.


Preguntas para pensar un poco

¿Sabías que el suelo almacena más carbono que toda la vegetación terrestre?

¿Cómo puede la agricultura ayudar a frenar el cambio climático?

¿Qué papel juegan los microbios en el ciclo del carbono?

¿Qué ocurre con el carbono del suelo cuando se deforesta un bosque?

¿Por qué el laboreo intensivo acelera la pérdida de carbono?

¿Qué prácticas agrícolas ayudan a fijar carbono en el suelo?

¿Qué relación existe entre la salud del suelo y la seguridad alimentaria?

¿Cómo afectan las políticas agrarias al secuestro de carbono?

¿Qué es la iniciativa "4 por 1000"?

¿Podemos realmente enfriar el planeta desde el suelo?

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