Los megaincendios representan una nueva realidad en el contexto del cambio climático. Se caracterizan por su gran extensión, intensidad y dificultad para ser controlados, desbordando las estrategias convencionales de extinción. Su frecuencia aumenta en un clima más cálido y seco, potenciado por fenómenos como El Niño y prácticas humanas insostenibles. Estos incendios generan enormes pérdidas ecológicas, sociales y económicas, como muestran casos recientes en España. Aunque el fuego ha sido históricamente una herramienta de gestión de ecosistemas, los incendios actuales exigen una revisión urgente de las políticas forestales y una apuesta por enfoques sostenibles.
La agricultura regenerativa propone restaurar activamente la salud del suelo y los ecosistemas agrícolas mediante prácticas como la siembra directa, los cultivos de cobertura, la rotación de cultivos, la integración del ganado y el uso de abonos orgánicos. Esta estrategia mejora la fertilidad, promueve la biodiversidad y contribuye a mitigar el cambio climático mediante el secuestro de carbono. Su aplicación debe adaptarse a las condiciones locales, y su expansión requiere apoyo institucional, estandarización de metodologías y políticas públicas eficaces. La agricultura regenerativa emerge así como una herramienta clave para construir sistemas alimentarios resilientes y sostenibles.
◼ Paula Martín Sánchez ◼ Antonio Jordán López
Agricultura regenerativa: claves para restaurar los suelos y mitigar el cambio climático
¿Qué es la agricultura regenerativa?
Según una revisión reciente, se puede decir que:
La agricultura regenerativa es una forma alternativa de producir alimentos que, según sus defensores, puede tener impactos ambientales y/o sociales más bajos —o incluso positivos en términos netos—. En los últimos años, la agricultura regenerativa ha recibido una atención considerable por parte de productores, minoristas, investigadores y consumidores, así como de políticos y medios de comunicación generalistas. A pesar del interés generalizado, no existe una definición legal o reglamentaria del término “agricultura regenerativa”, ni ha surgido una definición ampliamente aceptada en el uso común.
Y podemos decir eso. No menos, pero tampoco más. Así que en esta entrada de tu blog preferido sobre suelos vamos a intentar saber un poco más.
Algunas características comunes de las "agriculturas regenerativas"
Según sus muchos defensores, la agricultura regenerativa constituye una solución estratégica y sostenible frente a la agricultura convencional para abordar la degradación del suelo, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. ¿Pero qué es la agricultura regenerativa? A diferencia de la agricultura convencional, que puede ralentizar el deterioro ecológico, este enfoque propone restaurar activamente la salud del suelo y los ecosistemas agrícolas. Mediante prácticas como la siembra directa (sembrar sin arar o preparar el suelo previamente), el uso de cultivos de cobertura (un cultivo cuyo fin no es necesariamente la cosecha, sino proteger el suelo y mejorar su fertilidad) o la rotación de cultivos (alternar distintos cultivos en la misma parcela de tierra), busca restaurar la salud del suelo, aumentar la biodiversidad y capturar carbono.
Estrategias que contemplen estas u otras prácticas similares mejoran la resiliencia agrícola y reducen la dependencia de insumos sintéticos (como fertilizantes). Obviamente, su implementación debe adaptarse a las condiciones locales para maximizar su impacto. Con más estudios y políticas de apoyo, la agricultura regenerativa puede ser una de las claves para mejorar la seguridad alimentaria y la mitigación del cambio climático(aquí tienes una entrada previa de este blog en la que se habla de este tema). En esta entrada exploramos las claves esenciales para comprender la agricultura regenerativa y su impacto en la sostenibilidad del sistema alimentario.
Principios y prácticas de la agricultura regenerativa
La agricultura regenerativa se basa en un conjunto de prácticas diseñadas para restaurar la fertilidad del suelo, mejorar la biodiversidad y aumentar la resiliencia agrícola.
Siembra directa: evita la labranza para conservar la estructura del suelo y proteger la vida microbiana.
Cultivos de cobertura: protegen contra la erosión, aportan materia orgánica y fomentan la biodiversidad edáfica.
Rotación de cultivos y diversidad: alternar especies mejora la composición del suelo y reduce la incidencia de plagas.
Integración de ganado: el pastoreo estratégico (holístico) recicla nutrientes y mejora la salud del ecosistema.
Control de plagas natural: se fomenta el equilibrio ecológico mediante la diversificación de cultivos y la atracción de depredadores naturales de plagas, reduciendo así la dependencia de agroquímicos. Los plaguicidas que se emplean, de ser necesarios, deben ser orgánicos.
Gestión eficiente de residuos: se busca reducir los desperdicios agrícolas y reciclar los subproductos orgánicos para devolver nutrientes al suelo.
Reducción del uso de maquinaria: evita la compactación del suelo y reduce la emisión de carbono asociada al uso de combustibles fósiles
Estiércol de llama aplicado al suelo como fertilizante en huertos urbanos de Sevilla. Antonio Jordán/Imaggeo.
Estas prácticas, adaptadas a las condiciones locales, permiten construir sistemas más productivos y sostenibles.
Biodiversidad del suelo
El número y la diversidad de organismos del suelo, los intercambios de materia y energía que llevan a cabo entre ellos y con el medio edáfico son importantes para el funcionamiento del medio. La biodiversidad del suelo es fundamental para el equilibrio de los ecosistemas y el sostenimiento de la biosfera, aunque suele pasarse por alto en la gestión agrícola.
Aproximadamente una cuarta parte de los organismos del planeta habitan en el suelo, y su papel es esencial para la producción de alimentos, la regulación climática y el funcionamiento ecológico. Desde 2011, la Iniciativa Mundial sobre la Biodiversidad del Suelo ha impulsado la atención internacional sobre este tema.
Organismos del suelo clasificados por su tamaño.
En el suelo existen cantidades abrumadoramente grandes de organismos. Los grupos más numerosos son las bacterias (hasta 500 millones por gramo de suelo), los actinomicetos (hasta 20 millones) y los hongos (casi hasta un millón). En cuanto a biomasa, los hongos pueden representar hasta medio kilo por metro cuadrado de suelo.
Número de individuos (*) y cantidad de biomasa (**) de bacterias, actinomicetos, hongos, algas y protozoos en el suelo. (*) Pelczar MJ, Chan ECS, Krieg MR. 1993. Microbiology concepts and applications. McGraw-Hill. New York. (**) Killham K. 1994. Soil ecology. Cambridge University Press. Cambridge.
Fomentar prácticas agrícolas que favorezcan la biodiversidad del suelo no solo mejora la fertilidad, la estructura y la capacidad de retención del suelo, sino que también permite una agricultura más sostenible. Por el contrario, la pérdida de biodiversidad del suelo compromete funciones clave del ecosistema, como la descomposición, la retención de nutrientes y la diversidad vegetal, amenazando seriamente la sostenibilidad ambiental.
Monocultivo de olivar superintensivo, un tipo de explotación especialmente agresiva para el medio ambiente. ComexBodion.
Monocultivo frente a diversidad
El uso generalizado de monocultivos, es una de los principales motivos de pérdida de biodiversidad a causa de la agricultura. Ken E. Giller y su equipo son bastante escépticos en cuanto a los objetivos de la agricultura regenerativa, sus diferencias frente a otros tipos de agriculturas alternativas. En un trabajo citado a continuación, escriben: "la Agricultura Regenerativa, si bien utiliza un nuevo lenguaje, no se diferencia de la agricultura sostenible, la intensificación sostenible, la agricultura climáticamente inteligente, la agricultura orgánica, la agroecología, etc.". Ellos muestran dudas bien argumentadas también acerca del efecto positivo de la agricultura regenerativa sobre la mejora de la biodiversidad del suelo:
Quienes promueven la Agricultura Regenerativa atribuyen la crisis de la biodiversidad al uso generalizado de monocultivos, junto con una fuerte dependencia de insumos externos y la falta de ciclo biológico. Sin duda, grandes extensiones de cultivos genéticamente uniformes pueden ser susceptibles a la rápida propagación de plagas y enfermedades y aportar poco valor a la calidad de los paisajes rurales.
Si consideramos la biodiversidad de manera más amplia, hay pocas dudas de que la Tierra ha entrado en una sexta extinción masiva. El aumento de la población humana, la tala de hábitats nativos y la expansión de la agricultura durante el último siglo son claramente causas fundamentales. La mejor manera de detener esta pérdida de biodiversidad es menos clara.
Sin embargo, los mismos autores afirman lo siguiente:
Otra preocupación importante por los impactos en la biodiversidad se relaciona con los efectos de los productos químicos utilizados para la protección de las plantas, y en particular los insecticidas. A pesar de los controles cada vez más estrictos desde que Rachel Carson publicó 'Primavera silenciosa' en 1962, las preocupaciones persisten. La atención se ha centrado en los impactos en organismos no objetivo, con considerable alarma por la pérdida de abejas y otros polinizadores. Un informe reciente que atrajo considerable atención en los medios indicó una disminución del 75% en la biomasa de insectos voladores en Alemania en solo 27 años. Un metaanálisis global pintó un panorama más complejo, sugiriendo (aún alarmantes) disminuciones promedio de ∼9% por década en la abundancia de insectos terrestres, pero aumentos de ∼11% por década en la abundancia de insectos de agua dulce y fuertes diferencias regionales.
A propósito del impacto de la agricultura sobre la biodlversidad del suelo, Las investigadoras Villat y Nicholas afirmaron:
A nivel mundial, la agricultura es el principal impulsor de la degradación del suelo. Las prácticas agrícolas industrializadas actuales agotan los microbios beneficiosos del suelo esenciales para la diversidad y el funcionamiento del microbioma de los ecosistemas y los humanos. Dichas prácticas incluyen la mecanización, la labranza del suelo, el cultivo sin suelo (como la hidroponía), la erosión del suelo, el agotamiento de nutrientes en el suelo, los monocultivos, la separación de los animales de los cultivos, el uso excesivo de agroquímicos como fertilizantes minerales y pesticidas, y el uso de antibióticos y hormonas. La pérdida de hábitat impulsada por dichas prácticas también convierte a la agricultura en el principal impulsor de la pérdida de biodiversidad. Para regular el sistema terrestre que el Antropoceno amenaza con desestabilizar, se necesita urgentemente un cambio de mentalidad para que los ecosistemas agrícolas sean percibidos como posiblemente el bioma más grande de la Tierra, con el mayor impacto en los ciclos de nitrógeno, fósforo, agua y carbono del planeta.
La mejora en los contenidos en carbono orgánico del suelo que promueve la agricultura regenerativa contribuye a la mayor estabilidad de la estructura del suelo, la retención de agua y la fertilidad física y química. Al mismo tiempo, se promueve la biodiversidad biológica, desde microorganismos hasta polinizadores y fauna del suelo. La reducción del uso de fertilizantes y pesticidas sintéticos disminuye la contaminación por escorrentía agrícola y mejora la calidad del agua. Además, los sistemas regenerativos son menos vulnerables a enfermedades y plagas, lo que contribuye a su estabilidad a largo plazo.
Open Book Farm en Middletown, Maryland (EEUU). La granja utiliza prácticas agrícolas regenerativas mientras produce carne de cerdo, pollo y pavo criados en libertad, carne de ternera alimentada con pasto y vegetales orgánicos en la cuenca del río Potomac. Jake Solyst-Chesapeake Bay Program/Flickr.
La diversificación de cultivos y la inclusión de especies perennes crean hábitats complejos y equilibrados. La reducción de la diversidad genética en los cultivos y su entorno hace a los sistemas agrícolas más vulnerables a plagas y enfermedades, mientras que un aumento de la diversidad los hacen más resistentes:
La proporción relativa de especies de árboles componentes (hospedantes vs. no hospedantes) juega un papel clave en la determinación de invasiones de plagas, como lo indica nuestra evidencia de que la diversidad de hospedantes puede promover la diversidad de plagas, mientras que las especies no hospedantes vecinas podrían mejorar la resistencia asociativa de las especies hospedantes a invasiones de plagas no nativas.
Agricultura regenerativa y mitigación del cambio climático
La agricultura regenerativa favorece el secuestro de carbono
Según sus impulsores, la agricultura regenerativa tiene un impacto significativo en la salud del suelo, mejorando su capacidad para secuestrar carbono de la atmósfera y almacenarlo en forma de carbono orgánico. Este proceso no solo contribuye directamente a la lucha contra el cambio climático, sino que genera una retroalimentación positiva.
A medida que aumenta el contenido de carbono orgánico, el suelo mejora su estructura, fertilidad y capacidad para retener agua, lo que reduce la erosión y la escorrentía. A su vez, estas mejoras permiten que el cultivo sea aún más eficiente, capturando más carbono de la atmósfera.
Dado que [el suelo] es un componente fundamental en el nexo global suelo-agua-aire-energía, la forma en que lo tratamos puede tener un impacto significativo en el cambio climático, con consecuencias beneficiosas o perjudiciales, dependiendo de si se conserva o se degrada. Las prácticas adecuadas de gestión del suelo ofrecen el potencial de mitigar y adaptarse al cambio climático, y es este último el que amenaza con aumentar el potencial de erosión, la disminución de la calidad del suelo y la menor productividad agrícola, con previsibles impactos adversos en la seguridad alimentaria y la sostenibilidad global. Por lo tanto, esto representa una de las pruebas más severas que podrían imponerse a la humanidad durante lo que resta del siglo XXI: no solo debemos mitigar el cambio climático, sino también aceptar su realidad y adaptar nuestro comportamiento y prácticas para obtener el máximo efecto.
La agricultura regenerativa reduce las emisiones de CO₂ y N₂O
La menor dependencia de fertilizantes sintéticos y maquinaria pesada reduce las emisiones de CO₂ y N₂O, a la vez que mejora la eficiencia energética del sistema agrícola al minimizar la necesidad de producir y transportar insumos agrícolas convencionales. Al fortalecer la estructura del suelo, se reduce también la erosión y la escorrentía, disminuyendo la pérdida de nutrientes y carbono.
Adaptación local y escalabilidad
¿A qué escala es aplicable la agricultura regenerativa?
Aunque el marco regenerativo es global, su aplicación debe ser contextualizada. Las dinámicas de la agricultura regenerativa operan tanto a nivel global como local, pero su importancia y aplicación pueden variar significativamente según el lugar. La efectividad de la agricultura regenerativa depende en gran medida de las condiciones locales, los sistemas agrícolas existentes y las escalas a las que operan. Por ejemplo, las soluciones para el uso excesivo de fertilizantes en, por ejemplo, América del Norte o Europa pueden no ser aplicables en África, donde la productividad de los cultivos necesita mejoras iniciales. Aunque problemas como la crisis del suelo y la pérdida de biodiversidad son centrales para la justificación de la agricultura regenerativa, sus causas y manifestaciones no son universales. La tipología del suelo, el régimen de lluvias, la cultura agrícola y la disponibilidad de recursos condicionan su eficacia.
En la actualidad es común el uso de modelos climáticos globales para proyectar los efectos del cambio climático en el secuestro de carbono del suelo. Sin embargo, no hay suficientes estudios sobre la aplicación de la agricultura regenerativa a nivel local, considerando las particularidades climáticas, tipología de suelo, etc., como para hacer proyecciones regionales del efecto de este tipo de agricultura. Por ejemplo, el aumento de la temperatura media debido al cambio climático puede hacer disminuir las reservas de carbono orgánico en el suelo, contrarrestando algunos de los beneficios de las prácticas regenerativas, y esto tendrá mayor impacto en zonas climáticas cálidas:
Nuestros resultados indican que tanto la práctica agrícola regenerativa de conversión total al pastoreo rotacional como la forestación con cosecha de madera siguen trayectorias de existencias de carbono orgánico del suelo relativamente similares. Vemos una acumulación de carbono orgánico del suelo hasta alrededor de 2040 impulsada tanto por el aumento de carbono devuelto al suelo como por la falta de alteración del suelo por la labranza. Después de 2040, el aumento de las temperaturas compensa cada vez más estas ganancias, lo que lleva a una disminución lenta pero constante del carbono orgánico del suelo en las décadas siguientes. Esto se debe al hecho de que el carbono orgánico del suelo se acumula más rápidamente al principio, después de lo cual el crecimiento se ralentiza a medida que el suelo alcanza un nuevo equilibrio. Cada depósito de carbono alcanza su equilibrio asintótico a un ritmo diferente, siendo la materia orgánica humificada la que tarda más en estabilizarse, del orden de varias décadas. Mientras tanto, se proyecta que las temperaturas aumenten gradualmente, disminuyendo durante decenas de décadas. A muy largo plazo, podemos esperar que el carbono orgánico del suelo e estabilice en un nuevo equilibrio a medida que las temperaturas eventualmente alcancen una asíntota (probablemente en el decenio de 2100 o más allá), aunque sin cambios significativos en el uso de la tierra, este nivel de equilibrio de carbono orgánico del suelo será mucho más bajo que las reservas actuales.
[...]
Los resultados anteriores plantean una pregunta interesante: ¿el hecho de que el cambio climático probablemente reduzca las reservas de carbono orgánico del suelo en general significa que fomentar su secuestro en las tierras agrícolas de Vermont es simplemente una batalla perdida? Sostenemos que esta conclusión no se desprende de los resultados obtenidos. Si bien las reservas de carbono orgánico del suelo pueden disminuir en algunos usos del suelo y en algunas zonas a medida que aumentan las temperaturas, la ganancia relativa en reservas de carbono orgánico del suelo resultante de la agricultura regenerativa y la forestación no se altera significativamente. En otras palabras, si bien los niveles de carbono orgánico del suelo a finales de siglo pueden ser inferiores a los de un supuesto climático estático, en los escenarios de cambio climático las diferencias entre el escenario de carbono orgánico del suelo más bajo y los escenarios regenerativos o de forestación se mantienen similares. En vista de ello, se podría razonar que, suponiendo que el seguimiento habitual resulte en una trayectoria descendente del carbono orgánico del suelo, es aún más urgente promover su secuestro de cualquier manera posible para no perder más carbono orgánico del suelo a la atmósfera del necesario.
Prácticas como el pastoreo rotacional y la forestación pueden ayudar a mantener o incluso aumentar ligeramente el carbono orgánico del suelo en estas regiones a pesar del cambio climático. En cualquier caso, son necesarios más estudios al respecto ya que las estrategias de secuestro de carbono deben adaptarse a las condiciones climáticas locales.
Controversia pública y científica
Cuantificando los beneficios de la agricultura regenerativa
A pesar del creciente interés, existen lagunas en la cuantificación de los beneficios de la agricultura regenerativa. Se necesitan sistemas estandarizados para evaluar con precisión los impactos sobre el suelo, la biodiversidad y el clima, además de una mayor precisión en los objetivos de la agricultura regenerativa:
Los testimonios de numerosos agricultores en internet demuestran claramente que sus iniciativas hacia la Agricultura Regenerativa se basan en una filosofía que busca proteger y mejorar el medio ambiente. El argumento principal suele girar en torno a la salud del suelo, y en particular a su salud biológica, que se considera amenazada y se le atribuyen propiedades un tanto míticas. En gran parte del material promocional disponible para el público, se exageran las afirmaciones sobre la potencia y el funcionamiento de los microorganismos del suelo. En cambio, para muchas ONG activistas, la retención o el secuestro de carbono en el suelo es primordial, con la visión de una agricultura libre de insumos externos o transgénicos, que imita a la naturaleza y contribuye a resolver la crisis climática. No es sorprendente que el supuesto potencial de la Agricultura Regenerativa haya suscitado considerables críticas, como bien expresa McGuire (2018) en su blog titulado « Agricultura Regenerativa: Principios Sólidos, Afirmaciones Extraordinarias ». Parece improbable que la Agricultura Regenerativa pueda ofrecer todos los beneficios ambientales positivos, así como el aumento de la producción mundial de alimentos que se requiere. El compromiso reflexivo por parte de los investigadores agrónomos adquiere hoy una importancia crucial.
De modo que esos investigadores deben ponerse manos a la obra. De momento, tenemos dos grupos.
Los escépticos...
El éxito de la agricultura regenerativa a gran escala requiere políticas públicas de apoyo, incentivos financieros, capacitación técnica y acceso a datos locales. La cooperación entre científicos, agricultores y administraciones es clave para escalar estas prácticas de forma efectiva. Y, como en todos lados, hay diversidad de opiniones. Por un lado, están los escépticos:
El creciente entusiasmo por la Agricultura Regenerativa pone de relieve la necesidad de que los agrónomos sean más explícitos respecto a que muchas de las categorías y dicotomías que enmarcan los debates públicos, y en cierta medida los científicos, sobre la agricultura tienen poca o ninguna validez analítica. Entre ellas se incluyen, por ejemplo, las categorías alternativa/convencional; familiar/industrial; regenerativa/degenerativa; y sostenible/insostenible. Independientemente de su vigencia en el discurso público, estas categorías son demasiado amplias e indefinibles como para tener cabida en la investigación agronómica (aunque la política que subyace a su uso y abuso en el discurso sigue siendo de considerable interés).
El suelo se ha descrito como "la piel frágil y viva de la Tierra", y sin embargo, tanto su vitalidad como su fragilidad se han ignorado con demasiada frecuencia en la expansión de la agricultura por todo el planeta. Dado que es un componente fundamental en el nexo global suelo-agua-aire-energía, la forma en que lo tratamos puede tener un impacto significativo en el cambio climático, con consecuencias beneficiosas o perjudiciales, según se conserve o degrade. La agricultura regenerativa se centra en mejorar la salud del suelo o restaurar suelos altamente degradados, lo que mejora simbióticamente la calidad del agua, la vegetación y la productividad de la tierra. Mediante el uso de métodos de agricultura regenerativa, es posible no solo aumentar la cantidad de carbono orgánico del suelo en los suelos existentes, sino también generar suelo nuevo. Esto tiene el efecto de absorber carbono de la atmósfera, a la vez que mejora la estructura y la salud del suelo, su fertilidad y el rendimiento de los cultivos, la retención hídrica y la recarga de acuíferos, lo que atenúa tanto las inundaciones como las sequías, así como la erosión del suelo, al reducirse la escorrentía. Dado que se ha comprobado que la producción de alimentos a escala local preserva el suelo y su calidad, la producción urbana de alimentos debería considerarse un importante contribuyente potencial a la agricultura regenerativa en el futuro, siempre que los métodos empleados sean en sí mismos "regenerativos".
Obviamente, esto no va de citar opiniones y elija usted la que prefiera, como en los debates públicos de la televisión o Youtube (que, por otra parte pueden ser divertidos de lo absolutamente ridículos que son, como este de aquí). De lo que se trata aquí es de mostrar que, si bien, los objetivos de la agricultura regenerativa son aparentemente beneficiosos y aparentemente prometedores, es necesario todavía un consenso de la comunidad científica que establezca qué es la agricultura regenerativa. Y una vez que sepamos esto, decidir:
¿Cuáles son sus beneficios contrastados?
¿Cuáles son sus métodos?
¿Cuándo y dónde aplicarlos?
Tractor rociando agroquímicos sobre un campo cultivado convencionalmente. Ángel de los Ríos/Flickr.
Porque si no es así, la cosa no termina de estar clara:
La ausencia de una definición consensuada de agricultura regenerativa, y la naturaleza no superpuesta o incluso mutuamente excluyente de las definiciones alternativas, tiene el potencial de crear varios desafíos.
Primero, la falta de claridad sobre lo que significa el término crea desafíos para los investigadores que buscan estudiar la agricultura regenerativa, incluyendo para aquellos interesados en probar afirmaciones sobre su adopción e impactos.
Segundo, esto podría generar confusión entre los consumidores que podrían no entender, o que podrían ser engañados sobre, las afirmaciones de las empresas que buscan venderles productos etiquetados o comercializados como producidos mediante agricultura regenerativa.
Tercero, un término mal definido o mal comprendido podría diluirse o corromperse con el tiempo, de modo que pierda valor y credibilidad entre una variedad de actores.
Finalmente, sin una comprensión ampliamente compartida de lo que es la agricultura regenerativa, puede ser difícil desarrollar y defender leyes, políticas y programas de investigación financiados con fondos públicos, asistencia técnica o incentivos para la conservación que promuevan, respalden o evalúen esta forma de agricultura.
La agricultura regenerativa ofrece una vía prometedora para mejorar la salud del suelo, mitigar el cambio climático y fortalecer la seguridad alimentaria. Su implementación no es uniforme ni automática: requiere conocimiento técnico, adaptación local e inversión institucional. Sin embargo, con un enfoque basado en la ciencia, puede transformar profundamente la manera en que cultivamos nuestros alimentos y cuidamos nuestros ecosistemas.
...pero que no está muy clara
No obstante, existe cierta controversia tanto sobre su definición como de sus beneficios potenciales, y esto es algo sobre lo que la comunidad científica trabaja.
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