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Fuego, clima y biodiversidad

Los incendios forestales son una perturbación ecológica cuya recurrencia y distribución global están determinadas por factores climáticos, vegetación y uso del suelo. Desde el Devónico, la presencia de oxígeno y combustible vegetal ha permitido incendios recurrentes que han influido en la evolución de ecosistemas y especies. Zonas como la cuenca mediterránea, California, Chile central o Australia presentan incendios frecuentes debido a su clima seco y cálido. El abandono agrícola, la tala descontrolada y la supresión de incendios alteran la estructura del combustible y aumentan el riesgo. Además, el cambio climático y los cambios de uso del suelo intensifican la frecuencia e impacto del fuego, afectando la biodiversidad, la genética de las especies y la degradación del suelo. En algunos ecosistemas adaptados al fuego, la supresión puede tener efectos negativos.

Gente, comida, tierra y clima

La creciente demanda alimentaria, impulsada por el aumento de la población mundial, plantea serios desafíos para la sostenibilidad ambiental, la seguridad alimentaria y la gestión de los recursos naturales. A pesar de los avances tecnológicos en agricultura, la presión sobre los suelos, la biodiversidad y el clima sigue aumentando. La intensificación agrícola sostenible se perfila como una alternativa clave para aumentar la producción sin expandir las tierras cultivables, pero debe ir acompañada de cambios en los patrones de consumo, la reducción del desperdicio y políticas públicas integradas. Una transformación integral de los sistemas alimentarios es esencial para garantizar la salud de las personas y del planeta.


 Paula Martín Sánchez
 Antonio Jordán López

Repensar la producción y el consumo de alimentos

Cada vez somos más

Según la ONU, la Tierra está poblada por 8200 millones de personas en la actualidad. Este número, lejos de estabilizarse, sigue en aumento y se espera que continúe creciendo en las próximas décadas. De acuerdo con las proyecciones demográficas, para el año 2060 la población mundial podría superar los 10.000 millones de habitantes. Este crecimiento plantea desafíos significativos en múltiple aspectos, especialmente en lo que respecta a la seguridad alimentaria.


Agricultora africana vestida con ropa colorida, de pie en un camino rodeado de vegetación densa, sosteniendo productos agrícolas en sus manos.
Una agricultora con fruta local camino a la reserva Tumba-Lediima (República Democrática del Congo). CIFOR-ICRAF/Flickr.


El aumento constante de la población genera una mayor demanda de recursos naturales, entre ellos el agua, el suelo cultivable y los alimentos. A medida que más personas requieren alimentos, fibras y materias primas, la presión sobre los sistemas agrícolas y ganaderos se intensifica, lo que puede derivar en problemas como la sobreexplotación de los suelos, la deforestación y la pérdida de biodiversidad.


Estimación de la población mundial hasta 2020 y previsiones medias de crecimiento hasta 2100.
Estimación de la población mundial hasta 2020 y previsiones medias de crecimiento hasta 2100. Perspectivas de la Población Mundial, (Organización de las Naciones Unidas, 2024).


Por ejemplo, en países con alta densidad de población como China (148 habitantes por kilómetro cuadrado) o India (435 habitantes por km²) , donde la densidad de población es alta (en España, para comparar, es de 97 habitantes por km²), el acceso a tierras cultivables es proporcionalmente cada vez más limitado. La superficie de tierra agrícola (que incluye tanto la tierra arable o cultivable como la superficie útil para pastoreo y ganado) es limitada. Durante la última década, el área total de tierra utilizada para producir alimentos y materias primas agrícolas es el 38% de la superficie del planeta.


Mapa mundial que representa la distribución de tierras agrícolas, diferenciando entre áreas dominadas por cultivos y pastos. - Pastos (verde oscuro y verde claro): Predominan en el este de Estados Unidos, gran parte de Europa y el sur-sureste de Asia. También tienen presencia significativa en América del Sur, especialmente en Argentina y Brasil, así como en regiones de África subsahariana y Australia. - Cultivos (marrón y naranja): Son más frecuentes en el centro de Asia, India y China, donde la agricultura intensiva es clave para la seguridad alimentaria. También dominan en gran parte de América del Norte y América del Sur, así como en zonas de Europa oriental. Oceanía, especialmente Australia, muestra algunas áreas cultivadas, aunque en menor proporción que otras regiones. - Áreas con mosaico de cultivos y pastos (amarillo): Se observan en regiones de transición, como el centro y oeste de Estados Unidos, ciertas áreas de Europa y zonas de África.
Distribución del uso del suelo agrícola: tierras de cultivo y pastizales. GRID-Arendal.


Durante siglos pasados, la transformación de superficies naturales (como bosques, matorrales o prados) en cultivos era visto como algo necesario por la sociedad. Pero a partir de la mitad del siglo XX, las cosas empezaron a verse de otra manera, ya que el desarrollo de las tecnologías agrícolas permitieron obtener rendimientos como nunca antes se habían observado en la historia de la humanidad.


Fotografía de equipamiento agrícola moderno en uso. La imagen muestra una máquina avanzada diseñada para optimizar labores agrícolas, mejorando la eficiencia y precisión en el trabajo de campo. Su tecnología facilita procesos como la siembra, el abonado o la cosecha, contribuyendo a la productividad del sector agropecuario.
Equipamiento agrícola moderno en una explotación agrícola en Rives Junction (Michigan EEUU). Photos by Clark/Flickr.


La implementación de tecnologías agrícolas avanzadas, como la agricultura de precisión o el uso de semillas transgénicas, ha permitido maximizar la producción de alimentos sin aumentar la superficie cultivable. De hecho, hoy, la transformación desordenada de suelos naturales en cultivos es percibida por gran parte de la población (afortunadamente) como un delito:


Tierras de selva transformadas en un monocultivo de aceite de palma.
Tierras de selva transformadas en un monocultivo de aceite de palma. Fotograma del documental David Attenborough: Una vida en nuestro planeta (Alastair Fothergill, Jonathan Hughes, Keith Scholey, 2020).


Un pequeño fragmento de selva tropical puede contener hasta 700 especies distintas de árboles, tantas como en toda América del Norte. Y aun así, esto es en lo que hemos convertido esta mareante diversidad: un monocultivo de palmas aceiteras. Un hábitat que, en comparación, está muerto. Y se puede ver una cortina verde con algunos pájaros de vez en cuando. Y se podría pensar que no pasa nada. Pero si se suben a un helicóptero verán que esa franja solo tiene un kilómetro de anchura. Y más allá de esa franja no hay nada más que parcelas organizadas de palmas aceiteras.

David Attenborough.  David Attenborough: Una vida en nuestro planeta (Alastair Fothergill, Jonathan Hughes, Keith Scholey, 2020).

¿Es sostenible la producción actual de alimentos?

¿Cuánto suelo dedicamos a alimentarnos?

Según la FAO, la producción mundial de cultivos primarios alcanzó 9600 millones de toneladas en 2022, lo que supone un aumento del 56% respecto a 2000. Paralelamente, la producción de carne, que consume un tercio de la producción mundial de cereales y utiliza alrededor del 40% de las tierras cultivables del mundo.

La producción de cereales para el ganado utiliza un total de 210,5 millones de ha, o aproximadamente el 31% del área mundial dedicada a la producción de cereales (FAOSTAT, 2016 ). La producción de cereales para monogástricos ocupa 138 millones de ha, o el 20% del área mundial de cultivo de cereales. Además, el sector ganadero mundial utiliza alrededor de 66 millones de ha para producir ensilado de cereales y leguminosas y remolacha forrajera. Utilizando el método de asignación basado en la masa y el valor de los coproductos, alrededor de 131 millones de ha pueden atribuirse al sector de tortas de semillas oleaginosas y 126 millones de ha para residuos de cultivos. La tierra cultivable total utilizada para alimentar al ganado alcanza alrededor de 560 millones de ha, o aproximadamente el 40% de la tierra cultivable mundial.

A. Mottet, C. de Haan, A.  Falcucci, G. Tempio, C. Opio y P. Gerber (2017). Livestock: On our plates or eating at our table? A new analysis of the feed/food debate. Global Food Security. 14:1-8.


Producción mundial de cultivos primarios (FAO).
Producción mundial de cultivos primarios. FAO/World Food and Agriculture - Statistical Yearbook 2024.


Producción agrícola actual y cambio climático: dos amigos bien avenidos

La producción agrícola y el cambio de uso de la tierra son responsables de aproximadamente un cuarto de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de las actividades humanas:

El sector "agricultura, silvicultura y otros usos del suelo" es responsable de poco menos de una cuarta parte (aproximadamente entre 10 y 12 Gt de equivalente de CO₂ por año) de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero, principalmente de la deforestación y las emisiones agrícolas de la ganadería, el suelo y la gestión de nutrientes (evidencia sólida; alto nivel de acuerdo). La degradación forestal antropogénica y la quema de biomasa (incendios forestales y quemas agrícolas) también representan contribuciones relevantes. Las emisiones anuales de gases de efecto invernadero de la producción agrícola en 2000-2010 se estimaron en 5,0-5,8 Gt de equivalente de CO₂ por año, mientras que el flujo anual de gases de efecto invernader correspondiente a las actividades de uso y cambio de uso de la tierra representó aproximadamente 4,3-5,5Gt de equivalente de CO₂ por año.

P. Smith y M. Bustamante (coordinadores) (2014). Agriculture, forestry and other land use (AFOLU). En: Climate Change 2014: Mitigation of Climate Change, Contribution of Working Group III to the Fifth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change (pp. 811-922). Cambridge University Press.

Además de eso, sabemos que gases de efecto invernadero como CO₂, CH₄ y NO₂ causan un tercio de la acidificación terrestre y gran parte de la eutrofización global del agua:

La cadena de suministro de alimentos actual genera aproximadamente 13700 millones de toneladas métricas de equivalentes de dióxido de carbono (CO₂ eq), lo que representa el 26 % de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero. Otros 2800 millones de toneladas métricas de CO₂ eq (5%) provienen de la agricultura no alimentaria y otros factores que impulsan la deforestación. La producción de alimentos genera aproximadamente el 32% de la acidificación terrestre mundial y aproximadamente el 78% de la eutrofización. Estas emisiones pueden alterar significativamente la composición de especies de los ecosistemas naturales, reduciendo la biodiversidad y la resiliencia ecológica.

J. Poore y T. Nemecek (2018). Reducing food's environmental impacts through producers and consumers. Science, 360(6392), 987-992.

Prácticas actuales como el uso de pesticidas y fertilizantes sintéticos, combustibles fósiles o restos de alimentos) amenazan la capacidad de carga del planeta:

La gran cantidad de productos químicos producidos y movilizados durante el Antropoceno dificulta cualquier intento sencillo de cuantificación. Sin embargo, su impacto en el funcionamiento de los ecosistemas ha sido ampliamente documentado en numerosos estudios, y la agricultura desempeña un papel clave en este fenómeno.

Muchos pesticidas se utilizan ampliamente en la agricultura y la acuicultura, y suelen ser altamente activos biológicamente. En el caso de los insecticidas agrícolas, su aplicación en ecosistemas de agua dulce ha generado preocupaciones debido a que, en muchos casos, las concentraciones detectadas superan los umbrales regulatorios establecidos para garantizar la seguridad ambiental.

Bruce M. Campbell, Douglas J. Beare, Elena M. Bennett, Jason M. Hall-Spencer, John S. I. Ingram, Fernando Jaramillo, Rodomiro Ortiz, Navin Ramankutty, Jeffrey A. Sayer y Drew Shindell (2017). Agriculture production as a major driver of the Earth system exceeding planetary boundaries. Ecology and Society 22 (4):8.


Tractor azul rociando fertilizante en un campo agrícola verde bajo un cielo despejado. La máquina aplica productos químicos herbicidas e insecticidas para mejorar el crecimiento de los cultivos y protegerlos de plagas y malezas. Este tipo de aplicación ayuda a optimizar la producción agrícola, asegurando un uso eficiente de los insumos.
Un tractor rocía fertilizantes con productos químicos insecticidas y herbicidas sobre el suelo cultivado en Orem (Utah, EEUU). Aqua Mechanical/Flickr.

¿Hay alternativas?

¿Producir menos, producir más o producir mejor?

El desafío radica entonces, en producir suficiente cantidad de alimentos seguros y nutritivos para una población que se encuentra en crecimiento dentro de la capacidad de carga del planeta. Para ello es necesaria la intensificación sostenible, que supone, por un lado, un aumento de los rendimientos de producción con la reducción de su impacto ambiental:

Los aumentos generales en la producción son esenciales, ya que no existe una única solución completamente efectiva para abordar la inseguridad alimentaria. Las fallas en las políticas y los desajustes en la dinámica de oferta y demanda del sistema alimentario hacen que confiar en un solo enfoque sea un riesgo. En muchos países de bajos ingresos, es necesario incrementar los rendimientos de manera inmediata. En otras regiones, el objetivo no es aumentar la producción de forma inmediata, sino desarrollar la capacidad para responder a una mayor demanda en el futuro. Es fundamental que todas las soluciones sean ambientalmente sostenibles. La intensificación agrícola sostenible debe considerarse como parte de una estrategia integral para garantizar la seguridad alimentaria y no como una solución única.

El aumento de la producción debe lograrse a través de mayores rendimientos, ya que ampliar la superficie agrícola conlleva costes ambientales significativos. Aunque existe tierra disponible para la agricultura, gran parte de ella corresponde a bosques, humedales o pastizales, cuya conversión aumentaría considerablemente las emisiones de gases de efecto invernadero y provocaría la pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos esenciales. Aunque la producción menos intensiva y de menor rendimiento pueda generar beneficios ambientales locales, es crucial considerar las consecuencias indirectas, en particular el riesgo de que se despeje tierra en otras regiones para compensar los rendimientos más bajos en determinadas áreas.

La seguridad alimentaria requiere tanto el aumento de la sostenibilidad ambiental como la mejora de la productividad. La intensificación agrícola sostenible no implica simplemente mantener la producción convencional con pequeñas mejoras en sostenibilidad. Para lograr reducciones significativas en el impacto ambiental, es necesario replantear de manera radical la producción de alimentos. En algunas regiones, el aumento del rendimiento será compatible con mejoras ambientales; en otras, será necesario reducir los rendimientos o reasignar el uso del suelo para garantizar la sostenibilidad y proporcionar beneficios como conservación de la vida silvestre, almacenamiento de carbono, protección contra inundaciones y espacios para recreación. Un aumento general de la producción no significa que los rendimientos deban aumentar en todas partes o a cualquier costo, sino que el desafío debe abordarse considerando el contexto y las condiciones específicas de cada región

T. Garnett, M.C. Appleby, A. Balmford, I.J. Bateman, T.G. Benton, P. Bloomer, B. Burlingame, M. Dawkins, L. Dolan, D. Fraser, M. Herrero, I. Hoffmann, P. Smith, P. K. Thornton, C. Toulmin, S.J. Vermeulen, y H.C.J. Godfray. (2013). Sustainable Intensification in Agriculture: Premises and Policies

La intensificación agrícola sostenible es un enfoque emergente y en constante evolución que busca optimizar la producción de alimentos sin comprometer los recursos naturales ni la salud del planeta. Su significado y objetivos aún están sujetos a debate, ya que, por un lado, debe alcanzarse un equilibrio entre la necesidad de aumentar la productividad, la reducción de los impactos ambientales y garantizar la equidad social (que, en este ámbito, podríamos definir como "la igualdad de oportunidades, en un ambiente seguro y saludable"). Sin embargo, este concepto, por sí solo, no resuelve el desafío de la seguridad alimentaria, que abarca dimensiones mucho más amplias y complejas. 

¿Y si la solución también consiste en "consumir mejor"?

Si la intensificación agrícola no es suficiente, quizá también sea necesario un cambio en los patrones de consumo. Esto es más difícil, pero no imposible:

Los alimentos que consumimos y la manera en que los producimos determinarán la salud de las personas y del planeta. Es imprescindible llevar a cabo cambios significativos para evitar tanto la reducción de la esperanza de vida como la continua degradación ambiental.

Esta Comisión presenta un marco integrado que establece objetivos científicos cuantificables para una alimentación saludable y una producción agrícola sostenible. Juntos, estos elementos definen un espacio seguro dentro del cual los sistemas alimentarios deben operar para garantizar el cumplimiento de un amplio conjunto de metas relacionadas con la salud humana y la sostenibilidad ambiental. Este marco es universal y proporciona límites globalmente aplicables con un alto potencial de adaptación y escalabilidad a nivel local. Al definir y cuantificar un espacio seguro de operación para los sistemas alimentarios, es posible identificar dietas que promuevan la salud humana y respalden la sostenibilidad ambiental.

Nuestra dieta de referencia saludable se basa principalmente en vegetales, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos y aceites no saturados. Incluye un consumo bajo a moderado de mariscos y aves de corral, y una cantidad reducida o nula de carne roja, carne procesada, azúcar añadido, cereales refinados y vegetales con alto contenido de almidón.

La producción sostenible de alimentos debe mantenerse dentro de límites planetarios seguros en seis procesos ambientales que regulan el estado del sistema terrestre. Estos incluyen el cambio climático, la alteración de los sistemas terrestres, el uso de agua dulce, la pérdida de biodiversidad y la interferencia en los ciclos globales del nitrógeno y el fósforo.

Aplicando un modelo global de sistemas alimentarios, demostramos que es posible alimentar a una población mundial de casi 10.000 millones de personas con una dieta saludable dentro de los límites de producción agrícola para el año 2050. No obstante, esta Gran Transformación Alimentaria solo se logrará mediante una acción generalizada, multisectorial y multinivel. Esto requiere un cambio sustancial hacia patrones dietéticos más saludables, una reducción significativa de la pérdida y el desperdicio de alimentos y mejoras fundamentales en las prácticas de producción agrícola.

Los datos disponibles son lo suficientemente sólidos para justificar una acción inmediata. La demora aumentará la probabilidad de no alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París. Esta Comisión demuestra que una Gran Transformación Alimentaria no solo es necesaria, sino también alcanzable.


Dos agricultoras en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, participando en una capacitación sobre técnicas agrícolas en un huerto comunitario. La imagen muestra a las mujeres interactuando con las plantas mientras aprenden métodos de cultivo sostenible y conservación del suelo, destacando la importancia de la educación agrícola para el desarrollo local y la seguridad alimentaria.
Dos agricultoras aprenden técnicas agrícolas en uno de los huertos de Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Los huertos contribuyen a mejorar la seguridad alimentaria al optimizar la producción y generar ingresos para los agricultores participantes. Kate Holt-AusAID/Wikimedia Commons.


Para estos autores y muchos otros, la alimentación y la forma en que se producen los alimentos son factores clave para la salud humana y la sostenibilidad ambiental. Para evitar la degradación del planeta y mejorar la esperanza de vida, se requiere una transformación profunda de los sistemas alimentarios.

El sistema alimentario actual es también una amenaza para el planeta, según el informe [Transformando el sistema alimentario mundial en pro de la salud humana y la resiliencia, informe del Foro Económico Mundial]. La agricultura contribuye a cerca de un tercio de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, y las prácticas agrícolas actuales pueden afectar negativamente a la fertilidad y productividad del suelo.

El coste de la mala nutrición y todas sus repercusiones se acerca a los 20 billones de dólares, más del doble del coste directo del consumo mundial de alimentos.

Ewan Thompson. El sistema alimentario mundial ya no satisface nuestras necesidades de salud. Estos 4 cambios son necesarios. Foro Económico Mundial (2024).

Un marco integrado propone objetivos científicos para garantizar una dieta saludable y una producción agrícola sostenible dentro de límites planetarios seguros. La dieta recomendada se basa en el consumo mayoritario de vegetales, frutas, cereales integrales, legumbres y frutos secos, con una reducción significativa en el consumo de carne roja, productos procesados y azúcares añadidos. Al mismo tiempo, la producción de alimentos debe mantenerse dentro de los límites ecológicos relacionados con el cambio climático, la biodiversidad y el uso del agua y nutrientes esenciales.

La opinión establecida es que, adoptando un enfoque global, sería posible alimentar a casi 10000 millones de personas de manera sostenible para el año 2050. Sin embargo, esto solo será posible mediante una acción coordinada que promueva una dieta equilibrada, la reducción del desperdicio de alimentos y mejoras en las prácticas agrícolas. La evidencia científica indica que retrasar esta transformación comprometería el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París (tal como hemos visto más arriba). Este desafío no solo es urgente, sino también alcanzable si se adoptan cambios significativos en la producción y el consumo de alimentos.

Producción, consumo y seguridad alimentaria

En este blog ya hemos hablado de seguridad alimentaria. Podríamos definir la seguridad alimentaria como una cosa que los occidentales blancos pensamos que nunca nos va a faltar (entre otras cosas, porque tenemos memoria a corto plazo).

Durante la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, celebrada en 1996 en Roma, se definió la seguridad alimentaria como el estado en que todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfacen sus necesidades energéticas diarias y preferencias alimentarias para llevar una vida activa y sana. Entre las declaraciones consensuadas, podemos leer lo siguiente:

Reconocemos que la inseguridad alimentaria -tanto para las familias como para las regiones y los países- tiene muchas causas físicas, geográficas, políticas, económicas y sociales interdependientes. Estas causas influyen en el desarrollo económico y repercuten en los ingresos de las personas y de países enteros, aunque afecta especialmente al sector agrícola. Al investigar las causas fundamentales de la inseguridad alimentaria, atribuimos especial importancia a la pobreza, que debe erradicarse si se quiere alcanzar el objetivo proclamado de conseguir "alimentos para todos".

Si bien la paz, la justicia social, la democracia y un ejercicio del poder transparente y responsable son condiciones previas todas ellas para que un país tenga un desarrollo económico y social sostenido, el aumento de la eficiencia de la producción agrícola y alimentaria es el factor decisivo para garantizar un suministro suficiente de alimentos, el cual deberá mantenerse a precios asequibles en todo el mundo, pero especialmente en los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos.

La producción de alimentos debe ser inocua para el medio ambiente. Para ello es necesario ampliar la inversión pública y privada en la creación de tecnologías apropiadas y aumentar la eficacia de la transferencia de dichas tecnologías a las poblaciones rurales mediante programas de capacitación y divulgación.

Puntos 2, 3 y 4 de la Declaración adoptada por consenso en el Día de los Parlamentarios. Cumbre Mundial sobre Alimentación (Roma, 1996).

La seguridad alimentaria no depende únicamente de la cantidad de alimentos producidos, sino también de su distribución, accesibilidad, calidad nutricional y sostenibilidad a largo plazo. Para que un sistema alimentario sea verdaderamente sostenible, debe abordar cuestiones sociales, éticas y ambientales que afectan desde los pequeños agricultores hasta los consumidores finales. Esto implica garantizar condiciones justas para los productores, reducir la desigualdad en el acceso a los alimentos y minimizar los impactos negativos sobre los ecosistemas.


Persona esparciendo compost en un huerto urbano comunitario con líneas de riego por goteo y plantas jóvenes de hortalizas.
Abonado del suelo en un huerto urbano de Sevilla. Antonio Jordán/Imaggeo.


Si bien mejorar la producción agrícola es esencial, no es suficiente para asegurar un futuro alimentario resiliente y equitativo. Es fundamental adoptar estrategias que reduzcan el consumo excesivo de recursos, como el agua y la energía, y disminuir el desperdicio de alimentos en toda la cadena de suministro. Del mismo modo, es necesario transformar la legislación y el control del sistema alimentario, fomentando políticas que incentiven la eficiencia, la circularidad y la regeneración de los suelos y ecosistemas.


Agricultora en un invernadero en el departamento de La Paz, El Salvador, sosteniendo tomates recién cosechados. La imagen forma parte de la colección Imágenes Panorama 2021 de FAO Americas, que documenta actividades agrícolas en la región. Refleja el fortalecimiento de capacidades y la asistencia técnica a cooperativas locales en el Corredor Seco, promoviendo el cultivo de hortalizas en condiciones protegidas para mejorar la producción agrícola y la seguridad alimentaria.
Agricultora de una cooperativa en La Paz (El Salvador). Andrea Galdamez-FAOAmericas/Flickr.


Un momento de cambio

La transición desde sistemas alimentarios no sostenibles a sostenibles requiere un enfoque multisectorial que involucre a gobiernos, empresas, comunidades y consumidores. La promoción de dietas más equilibradas y saludables, la reducción del impacto ambiental (por ejemplo, la reducción del consumo de carne, como explicamos aquí) o el comercio de proximidad (aquí), de la producción agropecuaria y la implementación de innovaciones tecnológicas que mejoren la eficiencia sin sacrificar la biodiversidad son acciones muy necesarias. Solo mediante una acción coordinada será posible garantizar que el crecimiento de la producción alimentaria se traduzca en un verdadero bienestar para las personas y el planeta.

En su estudio antes citado, Campbell y sus colaboradores propusieron algunas soluciones:

Aunque gestionar la demanda es fundamental para mitigar los impactos sobre la capacidad de carga del planeta, es inevitable que se necesite más tierra para cultivo. Sin embargo, su selección y manejo deben realizarse cuidadosamente para reducir el impacto ambiental. También deben implementarse estrategias de gestión del suelo con beneficios ambientales, sociales y económicos.

Entre las soluciones destacan el aumento de la producción agrícola por unidad de superficie, por cantidad de fertilizante aplicado y por volumen de agua consumido. También es esencial mantener y aumentar la materia orgánica del suelo en tierras de cultivo, ya que esto mejora la retención de agua, la disponibilidad de nutrientes y la captura de carbono. Las prácticas de agroforestería pueden ser una alternativa, ya que permiten la producción de alimentos y fibras al tiempo que se conservan hábitats para especies amenazadas. Además, es crucial preservar la biodiversidad local y los servicios ecosistémicos asociados, como la polinización y el control de plagas.

A nivel paisajístico, se necesitan soluciones como el uso de vegetación costera para evitar la escorrentía de agua ácida, la restauración de manglares y la creación y mantenimiento de barreras ribereñas. También se pueden reducir los impactos mediante el uso de fósforo reciclado proveniente de estiércol, excrementos humanos y residuos alimentarios. Minimizar el desperdicio de alimentos, tanto en almacenamiento como en el mercado, es una prioridad urgente. Asimismo, reducir el consumo de carne y lácteos podría ser clave para disminuir la presión sobre los recursos naturales.

Las soluciones tecnológicas avanzadas incluyen la cría selectiva de ganado para reducir las emisiones de metano y la modificación de la calidad de los cultivos para mejorar la eficiencia de la cadena alimentaria después de la cosecha, optimizando procesos como el almacenamiento y la transformación de los alimentos.

Bruce M. Campbell, Douglas J. Beare, Elena M. Bennett, Jason M. Hall-Spencer, John S. I. Ingram, Fernando Jaramillo, Rodomiro Ortiz, Navin Ramankutty, Jeffrey A. Sayer y Drew Shindell (2017). Agriculture production as a major driver of the Earth system exceeding planetary boundaries. Ecology and Society 22 (4):8.

Parece claro que, para garantizar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental, es esencial adoptar un enfoque integral que combine la gestión eficiente de los recursos con la reducción del impacto ecológico de la producción agrícola. El aumento de la producción debe lograrse optimizando el uso del suelo, los fertilizantes y el agua, evitando el cambio de uso de ecosistemas valiosos como bosques y humedales a tierras de cultivo. Además, prácticas como la agrosilvicultura y la conservación de la materia orgánica del suelo contribuyen a mejorar la productividad y la resiliencia de los sistemas agrícolas.


Imagen de un suelo saludable con una capa superior rica en materia orgánica y plantas creciendo en la superficie. Se observan raíces y brotes verdes, indicando buena calidad del suelo." Esta representación destaca la importancia de la salud del suelo para la productividad agrícola y la sostenibilidad ambiental.
El color intenso y profundo de este suelo refleja con precisión el aspecto de un suelo sano. El uso de una combinación diversa de cultivos, pastos y cultivos de cobertura crea una capa protectora que nutre y nutre el suelo. Catherine Ulitsky-USDA/Flickr.

Sin olvidar soluciones tecnológicas, es obvio que la reducción global desperdicio de alimentos, el reciclaje de nutrientes y la disminución del consumo de carne y lácteos pueden reducir significativamente la presión sobre los recursos naturales. Para lograr una transformación efectiva, es necesario aplicar políticas y estrategias adaptadas a cada contexto, promoviendo un equilibrio entre producción agrícola, salud humana y sostenibilidad ambiental.

Preguntas para pensar un poco

¿Dónde se pueden observar los impactos del cambio de uso del suelo?

¿Dónde buscarías información sobre dietas sostenibles?

¿Qué tipo de residuos orgánicos pueden usarse como fertilizantes?

¿Qué plantas locales comes? ¿Cuáles ayudan a conservar el suelo?

¿Cómo reducirías el desperdicio alimentario en casa?

¿Qué cultivos generan menos emisiones?

¿Qué animales producen más gases de efecto invernadero?

¿Qué hábitos de consumo crees que podrían ayudar al planeta?

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