Régimen del fuego y gestión sostenible
El fuego es un proceso natural que ha moldeado los ecosistemas mediterráneos durante millones de años, y muchas especies presentan adaptaciones específicas para sobrevivir o regenerarse tras incendios. En el Mediterráneo, la frecuencia e intensidad de los incendios dependen del clima (veranos secos, olas de calor, viento), el combustible vegetal (densidad, continuidad y abandono rural) y la actividad humana (igniciones accidentales o intencionadas). Los grandes incendios ocurren cuando coinciden condiciones extremas y vegetación continua. La gestión preventiva incluye generar paisajes heterogéneos, convivir con el fuego mediante quemas prescritas, reducir riesgos en áreas urbanas y rurales, conservar humedales y bosques refugio, restaurar con especies resistentes y mitigar el cambio climático, integrando ciencia, planificación y participación ciudadana.
◼ Antonio Jordán López
El régimen del fuego y la gestión sostenible: convivir con el fuego en el paisaje mediterráneo
El régimen del fuego en los ecosistemas mediterráneos
El fuego es un proceso natural que ha acompañado a los ecosistemas desde hace más de 400 millones de años, mucho antes de la aparición de los humanos. La Tierra es el único planeta conocido donde existe el fuego.
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Imagen de un fuego sobre el matorral durante una quema prescrita. Antonio Jordán/Flickr. |
En regiones de clima mediterráneo -como el sur de Europa, California, Chile central, el suroeste de Australia o Sudáfrica- los incendios han sido un factor histórico clave en la configuración de la biodiversidad. Muchas especies vegetales y animales presentan adaptaciones específicas para sobrevivir o regenerarse después del fuego, como el rebrote desde raíces o tallos, la liberación de semillas estimulada por el calor, o la floración postincendio de especies oportunistas.
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Zonas de clima mediterráneo del mundo: cuenca mediterránea, costa de California en EEUU, la zona Central de Chile, El Cabo en Sudáfrica y partes de la costa sur y suroeste de Australia. |
A pesar de la percepción social negativa, los incendios no son fenómenos exclusivamente destructivos. A veces, ver un paisaje ennegrecido es triste, pero no necesariamente malo, ya que incluso ahí se está desarrollando una actividad biológica y geomorfológica intensa. Los incendios siempre han cumplido funciones ecológicas esenciales, como la regeneración de especies vegetales adaptadas al fuego y la creación de mosaicos paisajísticos que favorecen la biodiversidad de los ecosistemas.
¿Cómo son los incendios en el Mediterráneo?
En el Mediterráneo, el régimen de incendios (frecuencia, intensidad, estacionalidad y extensión) se determina por la interacción de tres grandes factores:
- El clima. Los veranos secos y calurosos, característicos del clima mediterráneo, crean condiciones de alta inflamabilidad. Las olas de calor, la baja humedad y los vientos intensos son factores que favorecen la propagación rápida de los incendios. El cambio climático agrava esta situación, prolongando la emporada de riesgo, intensificando las sequías y aumentando la mortalidad vegetal.
- El combustible vegetal. La continuidad, cantidad y estructura de la vegetación son determinantes. El abandono del medio rural y la migración de la población a entornos urbanos desde mediados del siglo XX ha reducido prácticas como la agricultura tradicional, el pastoreo y la gestión forestal, permitiendo la expansión de matorrales, bosques jóvenes (especialmente pinares) y plantaciones densas sin manejo. Estos paisajes continuos y homogéneos facilitan la propagación del fuego.
- La actividad humana. El inicio del fuego puede deberse a causas naturales (como la sequía, las olas de calor o los rayos). La frecuencia de igniciones determina en gran medida la intensidad del régimen de fuegos. Pero es cierto que durante las últimas décadas, la mayoría de los incendios mediterráneos tienen origen humano, ya sea por negligencias, accidentes o causas intencionadas. La presencia de infraestructuras y la actividad humana en zonas de interfaz urbano-forestal incrementan el riesgo.
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Fuego en el matorral durante una quema experimental en Portugal, fotografiado por mi amiga y colega Vicky. Victoria Arcenegui/Imaggeo. |
¿Qué condiciones favorecen los grandes incendios forestales?
Los grandes incendios forestales suelen ocurrir cuando coinciden condiciones meteorológicas extremas (ola de calor, sequía, viento), alta carga de combustible y fuentes de ignición. El “triángulo 30” (más de 30 ºC de temperatura, menos del 30% de humedad atmosférica y vientos de al menos 30 km/h) está ampliamente aceptado como situación de riesgo de incendio forestal.
Los grandes incendios forestales no se producen por un único factor, sino por la coincidencia de varios elementos:
- La ignición. Las causas del inicio del fuego pueden ser de origen humano (accidentales o intencionadas) o natural (rayos). La frecuencia de igniciones determina en gran medida la intensidad del régimen de fuegos.
- La vegetación continua e inflamable. La densidad y continuidad de la vegetación facilita la propagación del fuego. En el Mediterráneo, matorrales, pinares jóvenes o plantaciones densas y mal gestionadas son especialmente propensos a arder.
- Sequía y calor. Los veranos largos y secos del Mediterráneo aumentan la inflamabilidad del combustible vegetal. Las olas de calor intensificadas por el cambio climático aumentan la probabilidad de grandes incendios.
- Viento. El viento facilita la propagación rápida del fuego y puede transformar un incendio pequeño en un megaincendio.
- El abandono rural y cambios en el uso del suelo. El abandono de los cultivos, el pastoreo y la gestión forestal genera paisajes homogéneos y densos, donde el fuego se propaga con mayor facilidad.
La vegetación que surge tras incendios recurrentes y prolongadas sequías tiende a ser menos densa y menos “forestal”, con cambios en la composición de especies, lo que podría transformar profundamente el paisaje mediterráneo. La acumulación de biomasa por la ausencia de incendios o la densificación de la vegetación aumenta el riesgo de incendios de gran intensidad.
Medidas de gestión preventiva
Prevenir grandes incendios en el siglo XXI exige adaptar tanto el paisaje como las prácticas de manejo a las nuevas condiciones climáticas y sociales. Entre las estrategias más relevantes destacan:
Generar paisajes heterogéneos
- Crear mosaicos de cultivos, pastos y masas forestales que interrumpan la continuidad del combustible contribuye a evitar los grandes incendios forestales.
- Recuperar agricultura y pastoreo extensivo, apoyar el consumo local con productos de cercanía para evitar el abandono rural y fomentar la presencia de herbívoros silvestres para reducir la cantidad de biomasa inflamable son medidas que evitan la acumulación de combustible.
- Realizar un nuevo tipo de gestión forestal selectiva (implementando cortafuegos, quemas prescritas, aprovechamientos silvícolas y pastoreo controlado) es necesario para adaptarnos a las nuevas condiciones climáticas.
Aprender a convivir con el fuego
- Es necesario asumir que eliminar totalmente los incendios es imposible y contraproducente. Los pequeños incendios son inevitables y necesarios para mantener un régimen de fuego sostenible.
- Es necesario promover regímenes de incendios frecuentes pero de baja intensidad, en lugar de pocos incendios grandes y devastadores. Las quemas prescritas, de nuevo, son un gran aliado para este objetivo.
- Es necesario profesionalizar a bomberos y gestores forestales, dotándolos de formación en ecología del fuego y planificación preventiva.
- Evitar políticas de “tolerancia cero”, que generan acumulación de biomasa y megaincendios, permiten la existencia de pequeños incendios de baja intensidad que disminuyen las condiciones para que se desarrollen grandes incendios forestales en el futuro.
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Un voluntario, con gesto cansado, se aleja de un foco en el incendio en Larouco, este miércoles. Lalo R. Villar/AP-LAPRESSE-El País. |
Reducir la exposición y asumir riesgos en áreas urbanas y rurales
- Reducir la movilidad en zonas forestales durante olas de calor para disminuir igniciones accidentales.
- Evitar nuevas construcciones en zonas de alto riesgo y limitar la expansión de la interfaz urbano-forestal.
- Recalificar suelos y aplicar impuestos disuasorios (“pirotasas”) para edificaciones en áreas inflamables.
En zonas ya edificadas, garantizar franjas de seguridad sin vegetación densa alrededor de las viviendas y fomentar sistemas de riego de autoprotección reduce considerablemente el riesgo de daño a vidas y bienes. Una política de seguros contra incendios asequibles nunca está de más.
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Bombero realizando una quema controlada en el área de El Berrocal, cerca de Almadén de la Plata (Sevilla). Antonio Jordán/Flickr. |
Conservar bosques refugio y humedales
- Proteger áreas húmedas y microhábitats que pueden actuar como refugios climáticos y de biodiversidad.
- Restaurar humedales y vegetación costera, que favorecen el ciclo hidrológico y moderan el clima local.
- Aumentar la cobertura vegetal en zonas urbanas para mitigar temperaturas extremas.
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Masa forestal en el Parque Natural Los Alcornocales (Cádiz). Antonio Jordán/Imaggeo. |
Restaurar con especies más resistentes
- Seleccionar, en reforestaciones y restauraciones, especies y procedencias mejor adaptadas a sequías e incendios, priorizando criterios de resiliencia futura sobre modelos del pasado.
- Fomentar la regeneración natural en bosques quemados, respetando los árboles muertos que sirven como refugio para muchas especies silvestres y ayudan en la protección del suelo.
Mitigar el cambio climático
- Disminuir el uso de combustibles fósiles y minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero contribuye a mitigar los efectos del calentamiento global y la frecuencia de eventos extremos.
- Adaptar los paisajes y las políticas de gestión a un escenario de clima más árido y propenso a incendios es más razonable que lo que venimos haciendo durante el primer cuarto del siglo XXI.
¿Qué hemos aprendido?
El Mediterráneo es un paisaje modificado por el ser humano durante milenios y naturalmente propenso al fuego, donde la interacción entre vegetación, clima y actividad humana determina la frecuencia e intensidad de los incendios. La gestión sostenible requiere un enfoque integral que combine ciencia, planificación del territorio, restauración ecológica, adaptación climática y participación ciudadana. Aceptar y comprender el fuego como un proceso natural, mientras se minimizan sus riesgos para la sociedad, constituye la estrategia más efectiva para coexistir con los incendios en el siglo XXI.
Resumen
- El fuego es un proceso natural presente en los ecosistemas mediterráneos.
- Muchas especies vegetales y animales están adaptadas al fuego.
- La frecuencia e intensidad de incendios depende de clima, vegetación y actividad humana.
- El abandono rural favorece la continuidad del combustible vegetal.
- Los grandes incendios ocurren con temperaturas altas, baja humedad y viento fuerte.
- Paisajes heterogéneos reducen el riesgo de propagación del fuego.
- Las quemas prescritas ayudan a mantener incendios controlables.
- Conservar humedales y bosques refugio protege la biodiversidad y modera el clima.
- Reforestar con especies resistentes aumenta la resiliencia de los ecosistemas.
- La gestión sostenible requiere ciencia, planificación y participación ciudadana.
Preguntas para pensar un poco
¿Alguna vez te has visto afectado por un incendio? ¿Has observado un incendio forestal? Te invito a compartirlo en los comentarios.
¿Por qué el fuego es considerado un proceso natural y no solo destructivo?
¿Qué adaptaciones tienen las plantas mediterráneas frente al fuego?
¿Cómo influyen el clima y las olas de calor en los incendios?
¿Qué papel juega el abandono rural en la propagación del fuego?
¿Cuáles son las causas humanas más frecuentes de los incendios?
¿Qué es el “triángulo 30” y cómo predice el riesgo de incendio?
¿Por qué los paisajes heterogéneos reducen la intensidad de los incendios?
¿Qué ventajas tienen las quemas prescritas frente a la “tolerancia cero”?
¿Cómo ayudan los humedales y bosques refugio en la prevención de incendios?
¿Qué estrategias de restauración ecológica aumentan la resiliencia del bosque?
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