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Los comienzos de la ciencia del suelo en África

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En el África subsahariana, la expansión de la agricultura enfrentó obstáculos naturales como la hostilidad del desierto, los bosques densos y la carga de enfermedades tropicales, lo que limitó el sedentarismo. Sin embargo, en regiones como la zona entre Nigeria y Camerún y África Occidental surgieron focos agrícolas independientes hace entre 3.000 y 5.000 años. Se domesticaron cultivos como el mijo, el sorgo, el arroz africano, tubérculos, batatas y la alubia carilla, así como especies útiles como la palma aceitera. La migración bantú contribuyó decisivamente a la difusión de prácticas agrícolas, el uso del hierro y la adaptación regional. Este proceso provocó un notable crecimiento poblacional, al facilitar una vida más estable basada en la producción de alimentos.

Extraer, devolver, renacer

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La agricultura circular devuelve al suelo el papel central en el ciclo de la vida. No se trata solo de producir alimentos, sino de cerrar los flujos de nutrientes que los sistemas lineales han roto. Cada residuo orgánico -de la cocina o del campo- puede ser un recurso si vuelve a la tierra. En este texto, el suelo aparece como un banco vivo, donde los depósitos de materia orgánica garantizan fertilidad, biodiversidad y estabilidad climática. La circularidad agrícola es, en esencia, una revolución silenciosa que comienza bajo nuestros pies.

Los comienzos de la ciencia del suelo en el Mediterráneo oriental: Israel

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Desde los tiempos de Moisés, la tierra ha sido mucho más que sustento para los antiguos hebreos: fue símbolo de promesa, poder divino y orden social. Este artículo explora la relación entre religión, agricultura y territorio en la tradición hebrea, abordando cómo las prácticas de cultivo, la dependencia climática y la institución del barbecho reflejaban una visión teológica del suelo como recurso sagrado. Desde las uvas de Canaán hasta el año sabático, la fertilidad del suelo estaba tan unida a la obediencia divina como a las lluvias estacionales.

Suelo, clima y carbono

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El suelo, ese manto vivo que pisamos sin pensar, puede ser uno de nuestros mayores aliados frente al cambio climático. A través del secuestro de carbono, los suelos almacenan más carbono que la atmósfera y la vegetación juntas. Sin embargo, las prácticas agrícolas intensivas, la deforestación y la degradación los han convertido en emisores de CO₂. Recuperar su papel como sumideros de carbono implica apostar por una agricultura sostenible, el manejo de materia orgánica, el no laboreo, las cubiertas vegetales y el fortalecimiento de las comunidades microbianas del suelo. Cuidar el suelo es cuidar el clima, la alimentación y la vida.

Los cimientos microscópicos del suelo (4): estructura, carga y expansión

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Las arcillas del suelo se distinguen por su estructura cristalina, capacidad de expansión y retención de nutrientes. Desde la caolinita, estable y poco reactiva, hasta la esmectita, altamente expansiva y fértil, cada tipo refleja un equilibrio entre estabilidad física y actividad química. Su comprensión permite explicar la dinámica del suelo, la fertilidad y los usos industriales de estos minerales.

Los cimientos microscópicos del suelo (3): la arcilla y los X-Men

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Como hemos visto , las arcillas son partículas muy pequeñas (menos de 2 μm de diámetro) formadas por láminas de filosilicatos. Por esto mismo, no se trata de partículas más o menos esféricas, sino de láminas que, a su vez, se "pegan" unas a otras. Los X-Men y las arcillas tienen más en común de lo que parece: ambos deben su diversidad a mutaciones estructurales. En los cómics, los mutantes poseen alteraciones en su gen X, mientras que las arcillas presentan sustituciones isomórficas que generan cargas eléctricas permanentes. Estas cargas determinan su capacidad de intercambio catiónico, afectando la fertilidad del suelo. Además, los bordes de las láminas pueden ganar o perder protones, generando cargas variables dependientes del pH. En definitiva, tanto los mutantes como las arcillas revelan su poder interior gracias a pequeñas imperfecciones.

Los comienzos de la ciencia del suelo en el Mediterráneo oriental: Palestina

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La agricultura palestina tiene sus raíces en el Neolítico, con asentamientos tempranos como Jericó hacia el 8.000 a.e.c., donde se cultivaban especies fundadoras como la espelta, el farro, lentejas, guisantes y lino. La domesticación de la higuera y el cultivo del olivo y los cítricos marcaron la diversidad agrícola del Mediterráneo oriental. La vida rural incluía animales domésticos esenciales como cabras, ovejas y bueyes. Durante siglos, la agricultura fue de subsistencia, centrada en el trigo, la cebada y las aceitunas, hasta que en el siglo XIX se orientó al comercio, destacando la producción de cítricos para exportación. Las transformaciones sociales y la concentración de la tierra afectaron profundamente al campesinado local. Relatos históricos de viajeros como Al-Maqdisi y Suriano reflejan la riqueza agrícola de la región. Bajo el dominio otomano, se intentó suprimir el sistema de propiedad comunal musha'a, que persistió como símbolo de una estructura agraria tradicional pro...

Los cimientos microscópicos del suelo (2): pirámides minúsculas

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Los minerales de arcilla están compuestos por unidades estructurales básicas: tetraedros de silicio y octaedros de aluminio. Los tetraedros, formados por un átomo de silicio rodeado por cuatro oxígenos, pueden unirse para formar estructuras como cadenas, anillos o capas (filosilicatos). Los octaedros de aluminio, que contienen seis oxígenos, también forman capas cuyas combinaciones pueden originar estructuras diversas. La estabilidad y alteración de estas estructuras dependen de factores ambientales como la temperatura, el agua o la acidez.

Clima, paisaje y fuego

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Desde Faro hasta Marsella, una nueva generación de incendios forestales está asolando el suroeste de Europa. Los llamados incendios de quinta generación se caracterizan por su simultaneidad, intensidad y dificultad para ser extinguidos. Este fenómeno, potenciado por el cambio climático , la aridificación y el abandono rural , está adelantando la temporada de incendios y aumentando su virulencia. Lo que antes era excepcional se está convirtiendo en norma. Además de destruir ecosistemas y poner en peligro vidas humanas, estos incendios afectan gravemente la salud pública por la mala calidad del aire y el aumento de la mortalidad durante las olas de calor . Europa enfrenta un escenario que exige repensar la gestión forestal y climática antes de que lo que hoy es un tráiler se convierta en una película sin final feliz. Este artículo fue publicado originalmente en  The Conversation . Puedes leer el texto  original aquí .

Los cimientos microscópicos del suelo (1): la ciencia de lo diminuto

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Las arcillas son partículas minerales diminutas pero esenciales en el suelo, ya que controlan las reacciones químicas, el almacenamiento de nutrientes y las propiedades físicas del suelo. Se forman por la meteorización y alteración de rocas, dando lugar a minerales de neoformación. Aunque invisibles, su relevancia es enorme: un solo gramo de arcilla puede tener la superficie de varias pistas de tenis, lo que explica su papel crucial en la fertilidad del suelo y en la dinámica de los ecosistemas terrestres.

Alimentación, nutrición y cultura

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La elección de nuestros alimentos va más allá del gusto y el precio; la dimensión nutricional ha sido siempre fundamental en la evolución de la dieta humana. Desde las adaptaciones de nuestros ancestros hasta las dietas de comunidades tradicionales, el valor nutricional ha guiado lo que comemos. Sin embargo, la industrialización y globalización alimentaria nos han desconectado de este vínculo, priorizando la apariencia y la conveniencia sobre la calidad nutricional. Esta desconexión contribuye al aumento de enfermedades y a la pérdida de biodiversidad, haciendo urgente revalorizar los sistemas alimentarios sostenibles y el conocimiento tradicional para una mejor salud humana y planetaria.

Desertificación y seguridad alimentaria

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El calentamiento global acelera la aridificación y la desertificación de los suelos, especialmente en regiones vulnerables como el Mediterráneo y España. La combinación de altas temperaturas, sequías prolongadas, erosión hídrica y sobreexplotación agrícola reduce la fertilidad del suelo, amenaza la biodiversidad y compromete la seguridad alimentaria. La desertificación no es solo un fenómeno ambiental, sino un problema social y económico que incrementa la pobreza, los conflictos y la migración forzada. La gestión sostenible del suelo, la selección de cultivos adaptados y la reducción de emisiones son claves para frenar este proceso.

¿Eso está rico?

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¿Qué influencia tienen los factores sociales, culturales y geográficos en las preferencias alimentarias? ¿Por qué unas sociedades prefieren unos alimentos y rechazan otros? Diferentes culturas adoptan alimentos específicos basados en tradiciones, religión y el entorno, mientras que otros alimentos pueden ser tabú. Además, las prácticas alimenticias reflejan identidad cultural y cohesión social, y son moldeadas desde la infancia a través de la educación y la crianza. La educación y el entorno moldean las dietas desde una edad temprana, creando diferencias marcadas en las preferencias alimenticias a nivel global.

Inseguridad alimentaria y cambio climático

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La inseguridad alimentaria global se ve intensificada por un triángulo crítico: cambio climático, degradación de suelos y volatilidad en los cultivos. ¿Cómo afecta el cambio climático a los precios de los alimentos? El aumento de temperaturas y sequías extremas amenaza la producción agrícola, dispara los precios y pone en riesgo la seguridad alimentaria. El caso de alimentos básicos de importancia mundual como la soja, el maíz, el aceite de oliva o el cacao muestran cómo las cosechas son cada vez más vulnerables al calentamiento global.

Prevenir, restaurar y convivir con el fuego

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Los incendios forman parte natural del paisaje mediterráneo desde hace millones de años y han moldeado su biodiversidad. Sin embargo, el cambio climático, el abandono rural y la acumulación de biomasa han incrementado la frecuencia e intensidad de los grandes incendios forestales. Frente a las políticas de “tolerancia cero”, la gestión sostenible pasa por crear paisajes en mosaico, recuperar agricultura y pastoreo, aplicar quemas prescritas, proteger bosques maduros y humedales, y fomentar la regeneración natural con especies resilientes. Aprender a convivir con el fuego, en lugar de eliminarlo, es clave para la conservación y adaptación al nuevo contexto climático. Este artículo fue publicado originalmente en  The Conversation  bajo licencia CC BY-ND 4.0 . Lea el  original .

Nuevo clima, nuevos incendios, nuevas soluciones

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Hace poco fui entrevistado en el diario El Español a propósito de la ola de incendios que ha asolado España durante el verano. El resultado se publicó y está disponible aquí . Antes de publicarse, este tipo de textos son editados y censurados recortados con propósitos, supongamos, estrictamente de espacio de papel en la edición impresa o de bits en la edición en línea, nunca por motivos políticos en medios tan serios y no hay nada más que decir (😏). Yo, encantado de que me escuchen. En cualquier caso, como el texto original de la entrevista fue algo más larga que la versión publicada, me permito colgar aquí el texto original, porque, a mi modo de ver, lo que se quedó por el camino es tan interesante como lo que sí llegó. El texto  censurado  recortado aparece a continuación  en color . ◼  Antonio Jordán López Deberíamos dejar de hablar de cambio climático y referirnos al nuevo clima Quema prescrita en el área de El Berrocal, cerca de Almadén de la Plata (Sev...

Incendios forestales: causas, efectos y estrategias

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Los incendios forestales son fenómenos complejos condicionados por el cambio climático, el relieve, la vegetación y las actividades humanas. El aumento de temperaturas, la sequía, la acumulación de combustible vegetal y la expansión urbana elevan el riesgo de incendios, especialmente en zonas mediterráneas y de difícil acceso. El relieve afecta a los vientos y la propagación del fuego, mientras que la actividad humana es responsable directa o indirecta de muchas igniciones. Aunque el cambio climático ha incrementado la frecuencia y gravedad de los incendios, una gestión forestal basada en la conservación de bosques maduros y biodiversos puede reducir su impacto. Fomentar la resiliencia ecológica, evitar la simplificación de ecosistemas y limitar la ocupación del territorio en zonas de riesgo son claves para una gestión sostenible del paisaje.

Caracoles, babosas, moco y suelo

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El suelo es un sistema dinámico cuya estructura depende de componentes minerales, orgánicos y biológicos. Entre los agentes biológicos destaca el moco de gasterópodos, un biopolímero natural rico en mucinas y polisacáridos que favorece la agregación del suelo. Este moco, además de facilitar la locomoción y protección de caracoles y babosas, actúa como cementante natural, uniendo partículas minerales y orgánicas, mejorando la porosidad, la retención de agua y la actividad microbiana. Aunque su estudio en edafología es incipiente, su comparación con otros biopolímeros como el moco cutáneo de lombrices sugiere un potencial agronómico considerable, desde la fertilidad hasta la sostenibilidad de los suelos.

Lo que te perdiste en G-Soil: segunda oportunidad

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G-Soil celebra su segundo aniversario con una recopilación muy especial: las entradas menos leídas del blog, pero no por ello menos valiosas. Lejos de ser errores o fracasos, estos textos poco visitados esconden historias sorprendentes que casi nadie leyó… todavía. Enfoques originales y reflexiones profundas sobre suelo, agricultura, alimentación, cambio climático o historia de la ciencia. Algunas surgieron de excursiones, de preguntas de estudiantes o de intereses personales, y todas merecen una segunda oportunidad. Esta selección invita a explorar lo que pasó desapercibido y a redescubrir el valor de lo olvidado. Porque en el conocimiento, como en el suelo, a menudo lo más interesante está bajo la superficie. Si, además, te apetece echar un vistazo a las entradas más leídas, las tienes recopiladas aquí .

Fuego, suelo, química y física

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Los incendios provocan profundos cambios físicos, químicos y biológicos en el suelo, dependiendo de la intensidad, duración y humedad durante el evento. El fuego altera la estructura del suelo, destruye la materia orgánica, genera cenizas que modifican el pH y puede formar compuestos como el black carbon o sustancias hidrofóbicas. A nivel físico, degrada los agregados, disminuye la porosidad y crea capas impermeables. La pérdida de nutrientes, especialmente nitrógeno, y la modificación de la capacidad de intercambio catiónico afectan la fertilidad y dificultan la recuperación ecosistémica. Estos impactos son mayores cuanto más severo y recurrente es el incendio.